Origen
El origen de la parroquia de Tumbaco no es claro ni preciso por falta de documentos y otras fuentes que den fe de su raigambre histórica y geográfica.
Nada se sabe con certeza acerca del origen del nombre Tumbaco. Según el presbítero doctor José María Coba Robalino, en sus estudios sobre las lenguas aborígenes del Ecuador, afirma que procede del chimú de la base tum que quiere decir golpear, de donde viene el patronímico Tumbaco.
Otros creen que así fue apellidado el último de los caciques de ese lugar vencido por los Shyris. Parece que el pueblo de Tumbaco dependía de la autoridad de la nación Quitu. En todo caso, la única prueba que se tiene sobre la antigüedad de Tumbaco son los utensillos, vasijas y otros objetos encontrados en las excavaciones realizadas en varios lugares especialmente en el denominado “La Joya”, sector “El Sauce”. Igualmente nos habla de su raíz histórica la serie de nombres quichuas con que se conocen muchos de los lugares de esta parroquia, como: Rumi-huaycu (piedra quebrada), Rumi-pamba (llanura de piedras), Cunuc-yacu (agua caliente), etc.
Notas históricas
Terminada la conquista del Reino de Quito, los españoles se preocuparon por establecer encomiendas, batanes y obrajes. La zona de Tumbaco fue disputada con tales fines. Sus pobladores constituían una tribu respetable, lo que contribuyó para la exaltación y rápido progreso de esa zona. Los religiosos introdujeron el cultivo de la vid que, como en otras parroquias de Quito, fracasó al cabo de cierto tiempo. Los nativos del lugar –como sucedió con las otras naciones indígenas- al ser sometidos se convirtieron en dóciles campesinos, constituyendo la mano de obra indispensable para los batanes, obrajes y otras tareas de producción coloniales.
En 1541, salió la expedición de Gonzalo Pizarro en busca de El Dorado, en la misma que tomó parte numerosos habitantes de Tumbaco. Debemos anotar que esta parroquia fue uno de los puntos de ruta de los conquistadores, pues el primer día de marcha pernoctaron en la hacienda El Inga, de esta jurisdicción, siguiendo al otro día para la Cordillera Oriental, a la que debían dominar para llegar a la meta fijada.
Tumbaco tomó parte de la Real Audiencia de Quito, llegando a aparecer, con el andar de los tiempos, como parroquia eclesiástica, bajo el nombre de “Inmaculada Concepción”.
A mediados del siglo XVIII, la parroquia fue arrasada por un aluvión del río San Pedro, motivado por la erupción del Cotopaxi, que cambió el curso del río, quedando sus pobladores incomunicados. Como consecuencia de estos fenómenos de la naturaleza, apareció una fiebre perniciosa que diezmó a sus habitantes, a tal punto que los cadáveres quedaron insepultos y los infestados, sin protección ni defensa. Entonces surge la figura abnegada y humanitaria del Cura Santisteban y Aguado, quien con gesto desprendido y de amor cristiano, mantiene un hospital con su propio peculio para atender a los enfermos y desamparados.
En esta época y como un acontecimiento que invitaba al consuelo y el optimismo de los hombres –así se ha interpretado tradicionalmente en este sector- ocurre el hallazgo de dos efigies de Jesucristo Crucificado, en el volcán Ilaló, en uno de los árboles que cubren sus laderas, por parte de un humilde leñador que transitaba por aquellos senderos para cumplir con sus faenas diarias. Al conocer este suceso, la población derramó su entusiasmo y fe en manifestaciones sencillamente humanas de júbilo y alegría. Una imagen fue trasladada a Alangasí, y la otra se conserva en la iglesia parroquial de Tumbaco, bajo el título de “El Señor de los Milagros”. Este ícono ha sido y es el punto de convergencia de las inquietudes y de la satisfacción de cada habitante de la parroquia. Cuando ha lugar a duras sequías o a peligrosos aluviones, las peregrinaciones al pie del Salvador ponen un hito en la esperanza de mejores días, en el ánimo de cada habitante.
Tumbaco, en 1861, fue ratificado como parroquia rural del Cantón Quito.
La educación
No se tiene conocimiento de la fecha en que fue fundada la primera escuela, ni datos de quiénes fueron sus fundadores, ni de quiénes sus primeros maestros. Pero su tarea trascendental la hemos reconocido en los ópimos frutos que se han cosechado en la niñez y en la juventud de Tumbaco.
Monografía de mi parroquia, 1954
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