Mi papá, Luchito Gualsaquí trabajaba en la Fábrica San Pedro, de la ciudad de Otavalo, en la sección “carpintería”, que estaba a cargo de la fabricación de muebles tallados para ser exportados a Europa. Mi papá laboraba allí junto a su buen amigo, el señor Alfonso Reinoso.
Entre los bultos de hilo y materia prima que llegaba para la confección de cobijas, venían calendarios impresos con imágenes de famosos pintores europeos y americanos, y títulos de libros de escritores connotados. Mi papá, como era muy aficionado a la lectura, vio el nombre del gran poeta norteamericano Walt Whitman y empezó a leer textos del autor. De hecho, hay dos o tres ejemplares del escritor que todavía están en casa de mi mamá.
Cuando era joven le pregunté a mi mami por qué me habían puesto el nombre de Whitman y ella me respondió: “Mijito, porque tu padre siempre leía a Walt Whitman y en su honor quiso que tú llevaras como nombre, el apellido del escritor. Y yo, tu mamita, cuando naciste dije que, con esa carita, ibas a ser artista. Y como a mí siempre me ha gustado la pintura y la música, pensé que, para cualquiera de las dos cosas, te iba a servir ese nombre”.