Eduardo Alfredo Arias

 

Era una tarde cualquiera en la apacible serranía ecuatoriana, de pronto, una densa nube oscurece el firmamento, un relámpago resplandece la comarca, el zigzag de un rayo desgarra el celaje, un fuerte trueno estremece los riscos y montañas circundantes y un copioso aguacero inunda los campos. La naturaleza se ha ensañado en la región, los animales se refugian en sus cubiles y el hombre se siente impotente, un miedo intenso estremece su cuerpo.

Rayos y tempestades eléctricas, en todas las épocas han infundido un inmenso terror en los hombres. Para calmar las tormentas de truenos y rayos, nuestros mayores acostumbraban a quemar ramos y ramas de romero secos bendecidos el Domingo de Ramos. Entre ruegos y rezos se invocaba a Santa Bárbara Doncella para que interceda ante el Altísimo y él con su divino poder aplaque la furia de los elementos.

A mediados del siglo XX, todavía en Otavalo, mucha gente de toda condición, creía que el rayo era un castigo divino, pedían la protección del cielo y que Dios se apiade del prójimo. Los creyentes, mientras incineraban ramos y romero bendecidos por el cura el Domingo de Ramos, haciéndose la señal de la cruz y elevando sus manos al Cielo recitaban esta invocación:

“Santa Bárbara Doncella,

Líbrame de esta centella,

En el nombre del Padre,

del hijo y del espíritu Santo”.

Amén

 

En Marcelino Maridueñas, cantón de la provincia del Guayas, en una terrorífica noche de torrenciales lluvias, truenos, relámpagos y rayos, escuché de labios de un anciano campesino (montuvio), oriundo de Daule, después de rezar tres padrenuestros, tres avemarías y santiguarse, pronunció una variación de la invocación anterior:

“Santa Bárbara bendita,

Que en el cielo estás escrita

Y en el palo de la cruz

Líbrame de esta tormenta”.

Amén

Es una antiquísima leyenda auténticamente cristiana y extendida por la cuenca del Mediterráneo, luego con el descubrimiento y la conquista de América, los españoles impusieron su cultura en el continente americano. Esta tradición se mantiene en nuestro país desde la época de la colonia española.

La iglesia católica y la tradición afirman que, Dióscoro padre de Bárbara, decapita a su propia hija en el año 240 de nuestra era, en Nicomedia, antigua ciudad del Asia Menor.

Dicen que Dios en una noche de tormenta, cual Júpiter tronante, arroja desde los cielos un poderoso rayo que fulmina a Dióscoro, el asesino padre recibe la descarga y trae incinerado al instante. Vengando así, la muerte de la inocente Bárbara.

Después, la iglesia católica eleva a los altares a Santa Bárbara y la declara “Abogada contra los rayos y los truenos”, además de patrona de los artilleros y marineros. Su nombre es sinónimo de arsenal o polvorín. Santa Bárbara* se denominan los depósitos de pólvora y armas en los barcos de guerra y en los fuertes. 

Santa Bárbara: supuesta mártir de la iglesia católica es patrona de los artificieros (pirotécnicos) y artillero.- Existe muchas dudas acerca de su origen. Desde 1969 ya no consta en el santoral católico.

 

“Otavalo, Leyendas y Tradiciones”

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
  • mailelmundodelareflexion@gmail.com
  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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