LEYENDA DE IMBABURA

  

 
 

 

LA BRUJA DEL RÍO EL TEJAR

Fuente Oral:  Luis Ubidia
Recopilación: Dorys Rueda, 1985
Adaptación: Dorys Rueda
Agosto, 2019
 

Hace mucho, mucho tiempo, en la mágica ciudad de Otavalo, vivían dos hermanos llamados Iván y Gonzalo. Todas las tardes, después de salir de la escuela, disfrutaban de un paseo hacia el puente El Tejar antes de regresar a su hogar en el pintoresco barrio de "La Joya", donde vivían junto a sus padres.

Una tarde, mientras caminaban hacia el puente, Iván recordó una inquietante historia que su abuelito, don Ángel María Rueda Encalada, les había contado la semana anterior.

-Gonzalo, ¿te acuerdas de la leyenda de la bruja que nos contó el abuelito? -preguntó Iván con una sonrisa traviesa.

-No, hermano, –respondió Gonzalo, frunciendo el ceño-. Estaba tan cansado que me quedé dormido antes de que terminara la historia.

Iván, con los ojos llenos de emoción, se acercó a su hermano y comenzó a narrar en tono misterioso:

Se dice que hace más de cien años, el río El Tejar era un lugar que todos temían. Sus aguas rugían con fuerza, como un león furioso y su sonido se podía oír a lo lejos. La gente contaba que quien caía en sus aguas turbulentas nunca volvía a salir. Pero lo más aterrador sucedía por la noche, cuando el río susurraba y lanzaba gritos tan escalofriantes que hacían temblar incluso a los más valientes.

Los ojos de Gonzalo se abrieron de par en par, mientras una mezcla de curiosidad y temor le recorría el cuerpo.

-Lo más aterrador -continuó Iván en voz baja- era la aparición de una bruja en el puente, justo a la medianoche. Era hermosa, con un cabello negro como la oscuridad y sus ojos brillaban como estrellas. Llevaba un largo vestido que flotaba como si fuera humo y su risa retumbaba por todo Otavalo, llenando el aire de terror.

Gonzalo, ahora asustado, miró hacia el río, temiendo ver a la bruja surgir en cualquier momento. Se aferró más fuerte a la baranda del puente.

-La bruja solía aparecerse a los hombres borrachos o a los bandidos que cruzaban el puente de noche -continuó Iván, sonriendo al ver que su historia estaba haciendo efecto-. Cuentan que cuando un borracho cruzaba el puente, la bruja aparecía rodeada de llamas brillantes que iluminaban toda la oscuridad. Los hombres, muy asustados, salían corriendo, pero algunos tropezaban y caían al río. Y entonces, se escuchaba la risa de la bruja, como un eco que desaparecía en la noche.

Gonzalo tragó saliva con dificultad, mientras sus ojos se abrían cada vez más.

- ¿Tú crees que esa historia es cierta? -preguntó, con voz temblorosa.

-No lo sé -respondió Iván-, pero mejor no quedarnos a averiguarlo. Vámonos antes de que se haga tarde.

Sin pensarlo dos veces, los dos hermanos cruzaron rápidamente el puente y se dirigieron a su casa. Al llegar, encontraron a sus abuelitos sentados en el patio, disfrutando de una taza de café.

- ¿Por qué se tardaron tanto, muchachos? -preguntó don Ángel María, sonriendo con curiosidad.

-Nos quedamos en el puente, recordando la historia de la bruja -explicó Iván.

El abuelito soltó una pequeña carcajada y les dijo:

-Ah, la terrible bruja... tal vez solo sea una leyenda, pero "mejor vale un buen consejo que cien malas experiencias". Ahora están a salvo, así que lávense las manos para almorzar.

Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Iván le susurró a su hermano:

-No importa si la bruja es real o no; mientras estemos juntos, siempre estaremos bien.

Gonzalo sonrió y asintió. Poco después, ambos se quedaron dormidos.

Y así, bajo la luz de la luna llena, el río El Tejar siguió su curso, mientras los dos hermanos descansaban tranquilos, sabiendo que la verdadera magia residía en los lazos que los unían, brindándoles fuerza y protección contra cualquier temor. 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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