LA DAMA BLANCA
PROVINCIA DE GALÁPAGOS
En un pueblito llamado El Progreso, se cuenta una historia que da algo de miedo. Mi papá siempre me contaba que, cerca de unos tanques de agua, en un camino solitario, aparecía una dama muy alta, vestida toda de blanco. Su manto brillaba tanto que parecía que la luz de la luna se reflejaba en él, como si fuera una estrella en la tierra.
La dama se paraba allí, con los brazos abiertos, como si quisiera abrazar a las personas que pasaban por ahí, pero también bajaba la cabeza, como si estuviera esperando algo. A veces, parecía que estaba llamando a quienes se acercaban, pero cuando alguien se atrevía a ir más cerca, ¡puff! La dama desaparecía en un instante o, lo peor de todo, quien se acercaba se ponía muy enfermo, como si un hechizo le hubiera caído encima.
Lo más curioso es que no solo las personas se asustaban, sino que los animales, como los caballos y los burritos, también le temían. Cuando veían el resplandor de su manto, se ponían nerviosos y trataban de alejarse rápidamente, como si supieran que algo raro estaba pasando.
Por eso, la gente empezó a evitar ese camino y, sobre todo, a no acercarse a los tanques de agua, por si la dama de blanco aparecía otra vez. ¡Y mejor era no tentar a la suerte!
También me contaba mi papá que hace mucho tiempo, un valiente hombre pasó por ese lugar montado en su caballo, llevando una cruz en la mano. Al verlo, la dama se convirtió en una planta de plátanos, ¡con hojas tan grandes que se movían con el viento, como si estuvieran llamando a las personas! Esta planta no daba plátanos muy seguido, pero cuando lo hacía, se decía que quien comía uno de esos plátanos podía ver a la dama otra vez, especialmente cuando había luna llena en el cielo.
Por esta razón, los ancianos del pueblo siempre les dicen a los niños que, si alguna vez ven una planta de plátanos cuyas hojas se mueven como si los estuvieran llamando a acercarse, ¡lo mejor es seguir caminando sin detenerse! Como dice el refrán: "Más vale prevenir que lamentar". Siempre es sabio escuchar a los mayores y seguir sus consejos, porque así podemos evitar peligros y mantenernos a salvo.