Por: Alonso Flores Velasco
Cuenta la leyenda que el Rey Atahualpa, tenía un lugar preferido donde iba a tomar baños corporales y de purificación, se trataba del pequeño lago Kuri-Pogüio (Laguna de oro), ubicado en el Cachaco, comarca de Amaguaña, cercana a la capital del reino. En ese lugar se encontraba el INKA HUASI o residencia del Inca.
El joven Rey llegaba acompañado de un numeroso séquito de caciques ÁTIS, miembros de la nobleza del reino, guerreros guardianes del Inca y acllas, mujeres de los templos del sol y de la luna.
En las noches estrelladas, en las cristalinas aguas, se reflejaban como un gran espejo los altos montes y el coloso Cotopaxi. Sus sacerdotes tenían todo listo para la celebración del Inti-Raymi, que marca el inicio del nuevo año solar.
A la media noche aparecía una bandada de patos de oro, que ninguno de los hombres podía cazar, porque nadaban rápido, muy rápido. Entonces, sucedió que las ñustas o vírgenes del sol entraron al lago y atraparon a los patos de oro. Sólo ellas sabían cómo hacerlo y por esta razón el Inca tenía este metal sagrado en abundancia y podía cubrir de esplendor sus palacios y templos.
Pero ocurrió un día que entre los patos dorados, también cogieron un cisne negro y todos se alarmaron por ese hecho inédito. El ave fue entregada a los adivinos de la astronomía para que encuentren una explicación para el extraño suceso. Ellos tomando como referencia la hermosa constelación Cruz del Sur -de donde habría venido este pájaro- llegaron a la conclusión que era de mal agüero y pronosticaron que pronto el gran Imperio se cubriría de luto, que sucederían muchas calamidades, seres extraños invadirían desde la costa y no quedaría nada en pie.
Le dijeron al Rey Atahualpa que su viaja a Cajamarca, ciudad del sur del Imperio, era inminente y le advirtieron que el mismo día que haga su ingreso triunfal a la gran plaza de la milenaria urbe, el sol entrará en el ocaso (INTI YAICUSHPA) y habrá mucha oscuridad. Que el trueno no venido del cielo sino de yaguar maquis o manos sangrientas, causará pavor en el pueblo, que el cisne negro cubrirá con sus enormes alas toda la mama llacta y el lamento de la tórtola llegará al padre sol, que los patos de oro serán repartidos en piezas a los hombres barbados llenos de avaricia. Éste fue el triste presagio de sus adivinos y sacerdotes.
Cuentos y Leyendas de la Amazonía