La historia que les contaré tiene que ver con lo que le sucedió a mi hermano menor llamado Pablo Marcelo Del Valle Díaz y a su amigo íntimo, a quien todos llamaban con el sobrenombre peculiar de “Che Che Che”. En ese tiempo era muy común conocer a las personass por los sobrenombres.
En esa época, por la estrictez de los progenitores, si un hijo llegaba tarde a la casa era fuertemente castigado. En el caso de mi hermano y de mí, si llegábamos pasadas las seis de la tarde, éramos azotados con el fuete. Por esta razón, mi hermano, cuando se hacía tarde, mejor no llegaba a casa y se iba junto con su amigo “Che, Che, Che” a dormir en el corredor de alguna casa abandonada.
En una de esas noches, cuando estaban durmiendo en ese oscuro lugar, mi hermano y su amigo “Che, Che, Che” escucharon un ruido tremendo que no sabía de dónde venía. El ruido se hizo más fuerte, como si alguien zapateara, al lado de ellos.Medios dormidos alzaron la cabeza para ver qué sucedía, entonces, vieron a una mujer vestida de negro de pies a cabeza, que se apoyaba en la baranda del corredor.
Se incorporaron y con picardía se acercaron a la mujer para coquetear con ella. Cuando esta descubrió su rostro, lo que apareció ante ellos fue terrorífica calavera. Mi hermano y su amigo “Che, Che, Che”, con los pelos de punta, huyeron precipitadamente del lugar sin regresar a ver. Desde ese momento, abandonaron la costumbre de quedarse a dormir en otras casas que no fueran las suyas.