Por: Manuel Espinosa Apolo
Muchos afirman que se trata de un perro con un lucero en la mitad de la frente y ojos de fuego que paralizan. Se lo mira ocasionalmente en las noches y en los lugares solitarios.
La persona que se le acerca puede resultar favorecida, ya que el Carbunco vomita una bola de oro con piedras preciosas y se la entrega a quien quiere, pero el que recibe las alhajas no debe mostrarse ambicioso, porque de inmediato el perro lo descubre, le quita el tesoro y se lo traga, desapareciendo inmediatamente en la oscuridad, mientras el codicioso queda ciego y paralizado.
Otras El carbunco personas, sobre todo en el sur de la Sierra piensan que el Carbunco es un gato negro con un diamante en la frente que emite un gran destello. Los individuos que lo encuentran lo persiguen con un pañuelo blanco para quitarle la joya.
Empero, quien ha logrado capturar al Carbunco y le ha arrancado el diamante, es interpelado por este que, con una voz llorosa, suplica que le devuelvan la alhaja, por la cual está dispuesto a dar cualquier cosa.
Aprovechándose de esto, sus captores piden ciertas pertenencias que ambicionan, pero cuando entregan el diamante, el Carbunco desaparece y con él se esfuman los bienes concedidos. De esta manera castiga a los ambiciosos.
Criaturas y lugares míticos del Ecuador, Grupo Editorial Norma, 2007.