Aníbal Buitrón
Tomado del libro: Taita Imbabura, Vida indígena en los Andes
Hace mucho tiempo, a la orilla del río, vivía un hombre con su mujer y cinco hijos. Todos eran humildes, trabajadores y respetuosos con sus padres y hermanos. Pero había uno que era ocioso y pendenciero. Continuamente insultaba y maltrataba a sus hermanos. Un día en que el padre, cansado de observar y soportar esta conducta, le reprendió aconsejándole un mejor comportamiento, el hijo le respondió irrespetuosa y groseramente. Entonces el padre, perdiendo la paciencia y lleno de indignación, le maldijo y lo echó fuera de la casa. Le dijo que no era digno de vivir entre la gente, que debía irse a la montaña a vivir con los animales.
El hijo maldito se encaminó a la montaña que se extendía al otro lado del río y empezó a vivir con los animales, comiendo insectos, hierbas, frutas y raíces. Vivía así ociosamente, sin trabajar y sin preocuparse por nada. Fue entonces cómo comenzó a criarle lana, primero en las manos y en los pies, después en todo el cuerpo. Dicen que por esto el mono es vivo e inteligente y que sólo le falta hablar para ser como los hombres. Pero no habla porque ese es el castigo de Dios.