Se cuenta que una señora, al morir su anciano padre, recibió de herencia un hermoso y robusto asno. Animal, al que empezó a querer mucho y a cuidar con esmero. Preocupada de la alimentación del borrico, salía de Otavalo todas las mañanas, rumbo a los comederos de Mojanda Cajas, donde lo dejaba para recogerlo hasta bien entrada la tarde.
Un buen día, en uno de sus viajes diarios, no encontró a su asno en el sitio donde solía dejarlo. Pero en su lugar, halló ciertas huellas que parecían ser del borrico perdido. De inmediato, siguió el rastro. Caminó y caminó por mucho tiempo y así fue cómo llegó hasta la Laguna Negra, sitio donde finalmente se perdían las pistas.
Revisó con cuidado los alrededores, pero no encontró nada. Descorazonada, iba a emprender el viaje de regreso a Otavalo, cuando descubrió una enorme roca. Al pie de esta, se abría un gigantesco hueco. Sin perder tiempo, se introdujo en la oquedad, pues se le vino a la mente que por allí podría haber pasado su borrico.
Al final del gran orificio, encontró los potreros más hermosos que jamás ser humano hubiera visto y en ellos, a su adorado animal. Se acercó lentamente y, acariciándolo, lo sacó de los pastizales.
Cuando salió hacia el exterior, la señora se percató que a los lados del gigantesco hueco sobresalían unos orificios diminutos. Cada uno contenía piedras preciosas, oro y plata. Quiso, entonces, introducir su mano para tomar algo del tesoro, pero le dio miedo. Sintió, además, que lo mejor sería retornar con ayuda desde Otavalo.
Al siguiente día, la señora y un grupo de pobladores se dirigieron hacia la Laguna Negra, pero por más que buscaron, jamás encontraron la descomunal roca, ni el gigantesco hueco, ni los orificios repletos de tesoro.
INFORMANTE
Fue un autodidacta que impulsó la modernización de la ciudad de Otavalo y logró cambios enormes para su ciudad, como la automatización de los teléfonos, la construcción del Banco de Fomento, la llegada del Banco del Pichincha, la edificación del Mercado 24 de Mayo, la construcción de la Cámara de Comercio, la reparación del templo El Jordán y la reconstrucción del Hospital San Luis.
Por décadas, fue benefactor de las escuelas Gabriela Mistral y José Martí. Fue fundador de varias instituciones de la ciudad, de donde desplegó su actividad a favor de la comunidad. Fue presidente de la Sociedad de Trabajadores México y del Club de Tiro, Caza y Pesca. Formó la Cámara de Comercio, trabajó para ella y fue su Presidente Vitalicio.