LA ALIANZA

  Fuente Oral: Ángel Rueda Encalada 
Recopilación: Dorys Rueda
 Otavalo, 1985


 

Hace mucho tiempo, en la ciudad de Otavalo, había un hombre cuya pobreza era tal que no podía ni siquiera alimentar a su familia. Desesperado, vagaba por todo el pueblo.

Un día, mientras caminaba por un sendero solitario, se encontró con un ser enigmático: elegante, alto, delgado, con ojos penetrantes y nariz recta. El extraño le preguntó qué le ocurría. El hombre, abatido, le narró sus penurias y la extrema necesidad en que vivían él y su familia.

El extraño lo escuchó atentamente y le ofreció una salida a su miseria. Le dijo que, si acudía a la medianoche al bosque junto a la quebrada, recibiría ayuda. Aunque el hombre sintió un escalofrío recorrerle la espalda, ya que recordaba las historias que sus padres le habían contado sobre los pactos diabólicos, la promesa de una solución era demasiado tentadora para ignorarla, porque el extraño le ofrecía la única esperanza que había tenido en mucho tiempo.

A la hora indicada, el hombre se adentró en el bosque. La oscuridad y el silencio eran tan intensos que solo se oían los latidos de su corazón. De repente, entre la oscuridad y la niebla, surgió una luz brillante. De esa luz, rodeado de llamas, emergió una figura aterradora. No era el hombre elegante con el que había hablado, sino el diablo, con piel roja, cuernos y cola. Su figura se hacía más clara a medida que avanzaba.

El extraño dijo: "Soy Lucifer, rey de los infiernos. Te daré una cantidad de dinero inimaginable, para que te dure 10 años".

"¿Y cómo te pagaré?", preguntó el hombre.

"En 10 años, regresarás a este lugar a la misma hora. Estaré aquí para llevarme tu alma al infierno", respondió el diablo.

Con su nueva riqueza, el hombre olvidó rápidamente las palabras de Lucifer y durante 10 años vivió en abundancia. Compró una gran hacienda, contrató empleados, viajó por el mundo y ayudó a los necesitados, ganándose el respeto, el cariño y la admiración de muchos otavaleños.

A los 10 años, sus hijos ya no estaban más con él. Algunos se habían casado y otros se habían ido a vivir fuera del pueblo. El dinero que había recibido del diablo, casi se había terminado, por los gastos y la ayuda que había dado a las personas del lugar. A medida que se acercaba el día de la reunión con Lucifer, el hombre se arrepentía del pacto que había hecho.

Sin poder más del sufrimiento, fue a confesarse con el sacerdote de la única iglesia que había. Le contó del compromiso que había hecho con el diablo, años atrás y se mostró muy arrepentido de ese gran pecado. El cura lo absolvió y de penitencia le mandó a rezar y a deshacerse de todo lo que había comprado con el dinero de Satanás. Le dijo que el día de la reunión llevara al bosque una buena cantidad de agua bendita y a dos niños recién bautizados que debían llorar cuando apareciera el diablo.

Siguiendo el consejo del cura, el hombre regresó al bosque llevando agua bendita y a dos de sus nietos recién bautizados. Cuando Lucifer apareció, el hombre pellizcó a los niños que comenzaron a llorar de inmediato. El diablo retrocedió y el hombre aprovechó para tirarle agua bendita, hasta que el espectro desapareció.

El ciudadano consiguió un sencillo trabajo para sobrevivir. Hasta su muerte, fue ejemplo de humildad y amor. En su pobreza, jamás dejó de socorrer al necesitado.

Publicación realizada para Diario El Norte
Junio 9, 2024
 

 

 

 ESTUDIO

LEYENDA: "PACTO CON EL DIABLO"

 

 Dorys Rueda

 

Varios son los personajes que surgen en la leyenda. El primero, el hombre pobre que no tiene cómo mantener a su familia y nadie le da trabajo; desesperado, acepta una alianza con el diablo para obtener el dinero que tanta falta le hacía. Cuando recibe el dinero de Lucifer, se compra una hacienda, contrata empleados para que le sirvan, viaja por todo el mundo y hasta hace obras de caridad que le dan reconocimiento público. Se vuelve famoso y la gente le respeta, admira y quiere.

Lucifer es otro personaje central. Un ser extraño, alto, delgado, de ojos penetrantes y nariz recta que escucha los lamentos del hombre pobre y le pide que vaya a las 12 de la noche al bosque más cercano a reunirse con él . Su fin último es conseguir el alma humana del hombre, una justa paga por la necesidad y la velada ambición de aquel.  

Este personaje está relacionado con la oscuridad (doce de la noche), en oposición a la luz, al cielo y a Dios. Es el rey de los infiernos, símbolo del mal; aparece entre llamas y tienta al humano para hacer un pacto con él y luego, llevarse su alma al infierno, a ese lugar de sufrimiento donde yacen los pecadores y los alejados de Dios.

El sacerdote es otro personaje importante y aparece, en estrecha relación con el pensamiento católico de la época. Representa el bien y es quien ofrece al hombre el agua bendita, símbolo de pureza y limpieza del pecado. Recordemos, en esos tiempos había pilas de agua bendita en las iglesias, conventos y casas de familia, donde los fieles mojaban sus dedos para hacer la señal de la cruz. Se la utilizaba, como hoy, en el bautismo y en la Misa, también para expulsar al demonio y repeler las tentaciones. Por ello, el sacerdote instruye al hombre para que lleve una buena cantidad de agua consagrada por él,  le lance al maligno y lo ahuyente, definitivamente. También, le sugiere que lleve a dos niños recién bautizados, es decir, a dos niños puros que han nacido a una nueva vida.

Estos personajes nos llevan a los temas centrales de la leyenda: la ambición, el arrepentimiento y la lucha del bien y el mal.

El hombre, aunque es pobre, tiene una velada ambición y ese interés le lleva a pactar con el diablo. No se atreve a rechazar lo que le ofrece Lucifer y aunque el temor lo inunda antes de encontrarse con el demonio y por momentos lo paraliza, se sobrepone al miedo y se encuentra con el maligno, sabiendo que el precio es la condena eterna de su alma. 

Para la comunidad otavaleña, la ambición vendría a ser un pecado, un acto o deseo contrario a la Ley Divina. El hombre pobre, con pleno conocimiento y deliberado consentimiento, cae en pecado mortal al pactar con el diablo y mostrar una falta de amor a Dios. La consecuencia de este grave pecado es el infierno: el diablo se llevará el alma del compactado.

El arrepentimiento es otro tema central de la leyenda. Cuando el dinero y el tiempo dado por el diablo se terminan y el hombre debe volver al sitio de la alianza, comienza a sufrir y arrepentirse de lo que hizo. Por ello, el hombre va en busca de un sacerdote, a quien confiesa su pecado de ambición. El religioso le da una estrategia para vencer al demonio y el hombre así lo hace. Su contrición, por tanto, lo libera y evita su destino final: el infierno.

Otro tema dominante en la leyenda es  La lucha del bien y el mal (la luz y las tinieblas). Al inicio, cuando el hombre pacta con el diablo, el mal parece haber triunfado. Pero cuando el hombre se arrepiente de su pecado y el diablo es vencido, el bien es el triunfador. El hombre, después del pacto, se vuelve ejemplo de trabajo, humildad y amor.

En cuanto a  la estructura, la leyenda está compuesta por tres segmentos diferenciables:

  • El primero presenta la ciudad donde ocurren los hechos y al personaje central: un hombre pobre que no tenía trabajo ni con qué dar de comer a su esposa e hijos.
  • El segundo muestra cómo el hombre pobre se contactó con el diablo, el pacto que hicieron, cómo cambió su vida en 10 años, la confesión que tuvo con el sacerdote antes de volver a encontrarse con Lucifer y cómo se salvó de que el maligno se llevara su alma.
  • El último segmento menciona cómo fue la vida del hombre, después de haber burlado al diablo.

Con relación al tiempo, la leyenda nos muestra a un Otavalo de bosques y quebradas, posiblemente de siglos atrás, muy diferente a la ciudad moderna de nuestro tiempo.

Hay una anacronía que se orienta al pasado, más o menos lejos del momento “presente” en que se encuentra el personaje. Hablamos, pues, de una analepsis externa o remembranza anterior al punto de partida. El hombre recuerda lo que le han comentado alguna vez sus padres: que el compacto con el diablo era un ceremonial aterrador, mediante el cual la persona se entrega a Lucifer para adquirir bienes materiales o poderes sobrenaturales.

Esta analepsis da credibilidad al relato. No solo al personaje de la leyenda en cuestión, que se ha rendido ante Satanás, sino a muchos otros en el pasado que han vendido su alma a cambio de riquezas o poder.

En relación a las variantes del ritmo dentro del texto, se identifican dos anisocronías. La primera llamada Sumario:  el tiempo del relato es menos extenso que el tiempo de la historia. El narrador resume en dos párrafos lo acontecido en 10 años: la hacienda que compró, los empleados que contrató para trabajar en el campo, los viajes que tuvo por todos los países del mundo, su auxilio a los pobres y enfermos, la ayuda que dio a los que sufrían hambre o tenían un problema financiero, su arrepentimiento al llegar al décimo año y su confesión con el sacerdote del pueblo.

La segunda anisocronía se llama Análisis: el narrador se demora un buen rato en contar algo que sucedió en un tiempo corto. Se cuenta en varios párrafos lo que le sucedió al hombre pobre en unas horas, desde que se encontró con el diablo, hasta que hizo un pacto con él a medianoche, en el bosque más cercano, al lado de la quebrada.

También se descubren dos elipsis implícitas. Hay un tiempo que transcurre, pero este no se manifiesta, explícitamente, en el texto.

La primra elipsis se presenta al inicio de la leyenda, cuando se cuenta que un hombre era muy pobre y no tenía trabajo, pero no se dice cuánto tiempo pasó sin tener dinero para sobrevivir, aunque suponemos que fueron varios meses. 

La segunda elipsis se presenta al final de la leyenda, cuando se relata que el hombre consiguió un humilde trabajo para sobrevivir, porque se había gastado el dinero que le había dado el diablo y que en su pobreza, siguió ayudando a los más necesitados. Pero no se menciona cuántos años más vivió el hombre después de librarse del pacto con el diablo, aunque deducimos que fueron pocos años.

En cuanto al escenario, en la leyenda surge un primer espacio: un Otavalo pequeño y conservador, donde las creencias de la Iglesia Católica son muy fuertes.

Otro espacio importante es el bosque, que en la literatura infantil de todas las épocas ha tenido un papel preponderante. Muchos han hablado de este escenario, no como un espacio donde se llevan a cabo los acontecimientos, sino como el verdadero protagonista de las historias de niños.

En las leyendas ecuatorianas, el bosque ha sido un lugar de rituales e iniciaciones, por eso, en este lugar pacta el hombre pobre con Satanás. Es un espacio escalofriante, donde la poca claridad del cielo se pierde y aparece la obscuridad total. Es la zona que separa al mundo terreno, del infierno, de la morada Lucifer. 

Otro espacio es la hacienda que compra el hombre para vivir con su familia. Es un espacio grande y abierto, que tiene doble significado. Por un lado, representa el lujo y el confort que brinda el dinero que no es producto del trabajo (el hombre contrata empleados). Por otro lado, simboliza la parte buena del hombre, aquella que no perdió luego de la alianza con Satanás, pues desde este lugar se dedica a auxiliar a los pobres y a los enfermos, a toda persona que sufre hambre o tiene algún percance económico. 

El último espacio es la Iglesia, el lugar compunción y arrepentimiento. Allí, se dirige el hombre para confesarse con el sacerdote, por haber pactado con Lucifer. En este sitio recibe la absolución y las indicaciones de qué hacer, cuando se reúna nuevamente con el maligno para evitar que su alma termine en el infierno.

En relación a la intertextualidad, la leyenda otavaleña Pacto con el diablo nos recuerda a ciertos personajes de otros textos escritos y orales. Desde el punto de vista de cómo el personaje central de la leyenda otavaleña es tentado por el diablo, nos recuerda a Fausto, protagonista de la obra de Johann Wolfgang von Goethe (1990). que lleva el mismo nombre. Fausto es un mortal avejentado por el estudio, que no encuentra satisfacción en nada y no ha obtenido ni el saber ni el placer;  es tentado por el diablo, el espíritu de las tinieblas, llamado Mefistófeles.

El diablo, al igual que lo hizo con el hombre pobre de la leyenda, le ofrece todo lo mejor a Fausto: la juventud, el arrebato de las pasiones, toda clase de placeres, en suma, una vida instintiva (opuesta a la razón), un cambio de su esclavitud. Fausto acepta y sella la alianza de manera satisfactoria, tal como ocurre en la leyenda con Lucifer y el hombre pobre.

A diferencia del hombre pobre de la leyenda, que vivió 10 años de felicidad, Fausto, después del pacto y de explorar el placer y la aventura, experimenta la insatisfacción, la vacilación, la duda y el arrepentimiento. No es feliz. Más adelante, muere y Mefistófeles trata de apoderarse de su alma, pero la gloria se abre y aparece un coro de ángeles que se llevan a Fausto. El diablo, con ira y despecho, se queja de que le arrebataron el alma del hombre. En este punto, descubrimos otro vínculo intertextual con la leyenda de Otavalo: el maligno tampoco pudo llevarse el alma del hombre que pactó con él.

La leyenda otavaleña Pacto con el diablo, asimismo, guarda una relación intertextual con otras leyendas orales ecuatorianas, en relación a los personajes y a los desenlaces.

La leyenda quiteña "Cantuña", al igual que la leyenda otavaleña "Pacto con el diablo"tiene como personaje central a un mortal, al indígena de nombre Cantuña, responsable de la construcción del atrio de la Iglesia de San Francisco, en Quito. El tiempo pasa y el indígena tiene miedo de ir a presidio por no finalizar la edificación. El diablo, que busca llevarse el alma del indígena,  le dice  que él puede terminar el atrio de la iglesia, antes de que salga el sol. A cambio le pide que le entregue su alma. Cantuña acepta pero cuando casi amanece, se da cuenta de que la obra, aunque estaba casi terminada, le faltaba una piedra. Una piedra que ni los albañiles diablillos ni el demonio pudieron colocar. Cantuña, entonces, le increpa al demonio por no haber cumplido su promesa. Este, furioso, desaparece para no volver jamás. Un final parecido a la leyenda otavaleña, en que el diablo es burlado y no puede llevarse el alma del hombre pobre.

“Pacto con el diablo” también guarda un vínculo intertextual con “El Compactado”, una leyenda de Pichincha, en relación con los personajes que intervienen en ambas historias: los humanos y Lucifer.

De manera similar al relato otavaleño, en la leyenda "El Compactado", el personaje central es un mortal de nombre Rigo Mafla, que para bailar de diabluma en las fiestas de San Juan, San Pedro y San Pablo, quiere compactarse con el diablo en la paccha (caída natural del agua) de la quebrada. Cuando llega el momento del ceremonial, el personaje escribe al diablo, pidiéndole que le conceda sus poderes y le acompañe durante 12 años, mientras baile de diabluma en las fiestas de San Juan, San Pedro y San Pablo. A cambio, Rigo Mafla le promete adorar su nombre. Firman el documento, tanto el mortal como el diablo.

A diferencia de la leyenda otavaleña, el desenlace de este relato es distinto. Después de la alianza con el demonio, Rigo Mafla baila muy bien, por once veces, durante las fiestas, pero cuando llega el año número doce, le toca pasar frente a la iglesia. Los bailadores que iban con él, hacen una reverencia casi imperceptible, una venia a la Virgen María y a él no le toca más que hacer lo mismo. En ese preciso momento, se desata la furia del diablo que envía un gigantesco huracán para alzar al Rigo Mafla por los aires. Así, el demonio le lleva en cuerpo y alma, porque el contrato diabólico nunca contempló que bailara en homenaje a la Virgen María.

 

 Informante

1  Ángel Rueda Encalada (Otavalo: 1923-2015)

Fue un autodidacta que impulsó la modernización de la ciudad de Otavalo, como la automatización de los teléfonos, la construcción del Banco de Fomento, la llegada del Banco del Pichincha, la edificación del Mercado 24 de mayo, la formación y construcción de la Cámara de Comercio, la reparación del templo El Jordán y la reconstrucción del Hospital San Luis. Por décadas fue benefactor de las escuelas Gabriela Mistral y José Martí. Fue fundador de varias instituciones de la ciudad, donde desplegó su actividad a favor de la comunidad. Fue presidente de la Sociedad de Trabajadores México y del Club de Tiro, Caza y Pesca. También, Presidente Vitalicio de la Cámara de Comercio.

Marcelo Esparza, Cámara de Comercio de Otavalo, comunicación personal, 2015.

 

Portada:  https://www.taringa.net/posts/hazlo-tu-mismo/18933169/Como-hacer-un-Pacto-con-el-Diablo.html

 

 

 

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
  • mailelmundodelareflexion@gmail.com
  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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