Fuente Oral: Rigoberto Claudio
Texto recogido por: Mireya Noboa, Cristina Paz, Cristina Raad
En los huasipungos que han sido más antes, que hace tiempitos fue semillero de brócoli, han sabido ver que una luz, así mismo ha sabido quemar en el terreno.
Se van el Honorato, el Ángel Chiquito, el mayor, Reinaldo Chiquito, y otro más que es el Teodoro Chancusi, que en paz descanse. Se han ido a cavar. A las siete de la noche han empezado la cavada. Entonces han estado cava y cava y cava, y han encontrado -así como dice la señora Conchita- una... o sea, huesos, así todo lo que es de difunto, no. Siguen y siguen y siguen cavando... entonces, el Honorato, que ha estado ahí de jefe de ellos, ha dicho que vaya y que traiga un puro, para seguir la cavada. Entonces llega el Ángel Chiquito y le han seguido unos, seguramente han de ser los hijos de él, no, atrás de él, del Ángel. Entonces, ellos ya han encontrado la caja, así mismo una caja grande con dos cinchones, que dicen así. Entonces, han estado ya teniendo para sacar. Llega el Ángel, y llegan los hijos del Ángel para sacar afuera, tonces, viendo que pasan los chiquitos, se pasa un gato negro así, por frente, y se desaparece eso. Hace una sola. Un solo túnel, como decía, así por dentro de la tierra... y se fue.
Ésa es la verdad verídica de la historia de la Limache.
Laura Hidalgo A., Mariangula y otros aparecidos, Eskeletra, 2007.
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