Por: Jorge Cabezas Mafla
En la exuberante provincia del Carchi, vivía un joven en la comunidad, del Sixal, cerca de la parroquia de Cristóbal Colón. Acostumbraba a caminar en este tramo, para visitar a su novia. Pero sucedió que en un día a las doce de la noche, después de realizar su acostumbrada faena de trabajo, decidió visitar a su enamorada Leopoldina; caminaba agachado, cuando alzó a ver se sorprendió y corrió al instante a abrazarla, pero ésta no se dejó abrazar. Pedro intentó hacerla de a buenas y le dijo: Leopoldina, mi amor, ¿por qué estás brava?, y ella no respondió a su pregunta, él la abrazó a la fuerza, cerró los ojos para darle un beso, luego de besarla la miró y vio que era una calavera. Era tan grande el susto que no pudo salir corriendo, sino más bien la apretó con sus brazos, y esto hizo que la calavera se desmoronara y cayera el zurrón de huesos. Luego, Pedro se desmayó y cayó, cuando se recuperó se fue corriendo a la casa de los padres de Leopoldina y allí la encontró. Estaba confundido porque lo que vio en el camino era la viuda y no la novia.
Leyendas, Tradiciones, Relatos, Anécdotas, Variedades del Ecuador, Ministerio de Educación y Cultura, 2004.