Otavalo, 5 de septiembre de 2025.
Estimada Viuda del Cementerio:
Te escribo a la hora que me corresponde, cuando el reloj marca las tres de la mañana. Antes bastaba con la medianoche, ¿recuerdas? Era la frontera entre lo humano y lo invisible. Ahora, en Otavalo, a esa hora todavía retumban los bares con música, motos y taxis recorren las calles, y quienes no han salido siguen despiertos, pegados al brillo del celular. El silencio se ha perdido, hermana, y con él se fue la reverencia a la oscuridad. La noche, que alguna vez fue territorio del misterio, hoy parece feria de pantallas.
Yo soy la Viuda de Medianoche, la que desciende desde la Panamericana por la calle Bolívar con paso firme y elegante. Aparezco cuando la ciudad duerme y los ebrios deambulan tambaleando, creyendo que todavía tienen fuerzas para conquistar a cualquiera. Me basta con levantar el velo: caen rígidos como estatuas de sal, víctimas de su propia temeridad. La humanidad inventó la electricidad, los aviones y el internet, pero todavía no aprende a soltar la copa. Y yo, paciente, siempre les ofrezco el último brindis.
Tú, en cambio, tienes tu propio escenario. Te levantas de la tumba y esperas a los infieles que se creen conquistadores nocturnos. Les prometes ternura y lo único que reciben es el abrazo frío de un esqueleto.A veces pienso que debe ser agotador tanto teatro: desvestirte para luego mostrar el esqueleto. Aunque lo admito, tu estilo tiene un encanto ardiente. Y no te culpo: vivimos tiempos en que lo lúgubre está de moda. Mira si no a esa cantante llamada Billie Eilish, de voz grave y atuendo de funeral, que arrulla multitudes como si estuviera rezando por los difuntos. Esa muchacha bien podría ser nuestra sobrina preferida, aunque prefiera estadios en vez de cementerios.
Y si la música se adapta, ¿por qué no nosotras? Imagina: tú con un tour nocturno en tu cementerio, entradas en línea y un cartel que diga “Selfie con la Viuda, no incluye devolución del alma”. Yo, en mis caminatas, podría aparecer en Google Maps como “Ruta alternativa: alto riesgo espectral”. También podríamos lanzar nuestra app, ViudaGo, donde los usuarios no cazan pokémones sino que son cazados por nosotras. Ya me imagino el titular en Diario El Norte: Una cita inolvidable. Un joven acabó en el camposanto, pero asegura que fue lo mejor que le ocurrió en esta vida y en la otra.
Al final, entre tú y yo formamos un solo equipo: tú, que abandonas la tumba para castigar a los infieles, y yo, que recorro la calle para atrapar borrachos. Juntas les recordamos a los hombres que la noche no es cantina ni burdel, sino territorio sagrado de viudas, y que no deben confundir espejismos con promesas ni placer con destino. Porque ahí estamos nosotras, con la paciencia de los siglos, dispuestas a cobrar las deudas que jamás prescriben.
Con risa oscura y un emoji de fantasma,
La Viuda de Medianoche
Dorys Rueda, Leyendas y magia de Otavalo, 2025.
Dorys Rueda
Otavalo, 1961
Es fundadora y directora del sitio web El Mundo de la Reflexión, creado en 2013 para fomentar la lectura y la escritura, divulgar la narratología oral del Ecuador y recolectar reflexiones de estudiantes y docentes sobre diversos temas.
Entre sus publicaciones destacan los libros Lengua 1 Bachillerato (2009), Leyendas, historias y casos de mi tierra Otavalo (2021), Leyendas, anécdotas y reflexiones de mi tierra Otavalo (2021), 11 leyendas de nuestra tierra Otavalo Español-Inglés (2022), Leyendas, historias y casos de mi tierra Ecuador (2023), 12 Voces Femeninas de Otavalo (2024), Leyendas del Ecuador para niños (2025) y Entre Versos y Líneas (2025).
Desde 2020, ha reunido a autores ecuatorianos para que la acompañen en la creación de libros, dando origen a textos culturales colaborativos en los que la autora comparte su visión con otros escritores. Entre estas obras se encuentran: Anécdotas, sobrenombres y biografías de nuestra tierra Otavalo (tomo 1, 2022; tomo 2, 2024; tomo 3, 2024), Leyendas y Versos de Otavalo (2024), Rincones de Otavalo, leyendas y poemas (2024) e Historias para recordar (2025).