Un día cualquiera, la bruja del río El Tejar, joven y encantadora, vestida completamente de negro y con su elegante sombrero puntiagudo, volaba tan bajo que, ¡zas!, se estrelló contra una cerca de madera, perdiendo dos dientes en el impacto. "¡Ay, qué dolor, qué dolor!" exclamó, mirando los dientes caídos como si fueran joyas preciosas perdidas. Se agachó rápidamente y los recogió, aliviada de que, por suerte, estaban intactos. Tan adolorida estaba que supo al instante que ningún hechizo podría curarla. Lo único que le quedaba era ir al dentista. 

Cuando llegó al consultorio, dejó la escoba cuidadosamente junto a la puerta. El dentista, un joven alto y apuesto, la observó de arriba abajo, sonrió y le dijo: "¿Así que eres bruja? ¿En serio? Recuéstate".

Divertido, comenzó a atenderla mientras le preguntaba por qué no modernizaba su medio de transporte, cambiando la escoba por algo más cómodo, como un coche volador o una moto a propulsión.

La bruja, casi sin poder hablar debido a la anestesia, le respondió: "Es una tradición familiar. Desde mi abuela, todas las brujas volamos con escoba. Es un legado mágico y si alguna noche de luna llena te atreves, te invito a volar conmigo, siempre y cuando no te dé miedo las alturas.

El dentista soltó una sonrisa y, con picardía, le dijo: "¿Así que tenemos una cita para la próxima luna llena?"

La bruja lo miró fijamente, le guiñó un ojo y le respondió: "Eso, mi querido dentista, depende de cómo me arregles los dientes".

 

 

Dorys Rueda, Cuentos para sonreír, 2026.

 

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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