Uno nunca pierde
lo que no ha tenido,
aunque te duelan los labios
y te parezca que las
mariposas migren
de pura soledad.
Uno nunca pierde
lo que no ha tenido,
aunque sumes los vacíos
de toda la casa,
de todo el cuerpo.
Uno nunca pierde
lo que no ha tenido,
así el espejo te parezca
más grande y un sudor
fermentado te recorra por dentro.
Uno nunca pierde
lo que no ha tenido,
aunque los recuerdos lleguen
con piedras y palos a robarte
la última alegría, la última...
Jorge Ampuero Vacacela
