Aún no amanece. Mi ciudad duerme bajo la mirada del monte y de la laguna, como una hija dormida entre sus padres antiguos. El monte la observa desde lo alto, inmóvil y grave, como si temiera que un solo ruido quebrara su sueño. La laguna la sostiene en su espejo tembloroso, guardando entre sus aguas el leve pulso de su respiración. Ambos la vigilan con la paciencia de quienes conocen la pérdida y la espera.

Yo también la miro y me duele. Duele verla tendida, hermosa y ausente, respirando apenas, sin recordar su nombre. Siento que su sueño pesa sobre mí, que su silencio se ha extendido hasta mi pecho. A veces quisiera llamarla, pronunciar su nombre para que despierte, pero el aire no me obedece: también él parece dormido. Entre el monte, la laguna y mi propio desvelo, la contemplo inmóvil, envuelta en una neblina que no es del todo noche ni del todo mañana. Y deseo, con toda mi pena, que despierte del todo.

Tal vez este sueño no sea solo silencio, sino un hechizo. A veces pienso que mi ciudad no duerme por cansancio, sino porque algo —o alguien— la hizo olvidar su propio nombre. Entonces empiezo a verla distinta: ya no como un lugar, sino como una historia que aún busca su final.

La ciudad duerme como una princesa bajo un hechizo antiguo. Han pasado días largos y su sueño se ha extendido sobre todos los corazones, como una niebla que nadie sabe disipar. Pero hay quienes, aun dentro del sueño, sueñan distinto: desean verla despertar. La imaginan tendida y hermosa, con su vestido cubierto de polvo y su aliento apenas visible, esperando el gesto que la devuelva a la vida.

Nadie recuerda cuándo cayó el encantamiento ni quién lo pronunció, pero todos presienten que solo el amor podrá romperlo. No el amor de uno, sino el de muchos. No un solo príncipe, sino el aliento conjunto de todos los que aún la aman: los que trabajan, los que callan, los que esperan, los que aún creen en su belleza.

Será ese beso invisible —hecho de perdón, de ternura y de deseo compartido— el que despierte a la ciudad del sueño. Y cuando abra los ojos, la ciudad princesa volverá a brillar como en los cuentos: con su voz de agua, sus calles encendidas y su corazón latiendo otra vez bajo el sol naciente.

 

Libro inédito

Octubre 18, 2025

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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