Dicen que el viento despierta a las montañas
pero es la memoria la que las viste de eternidad
Otavalo duerme
en hamaca de cielo
bajo nubes
que sueñan
sin voz
El Lago San Pablo
la envuelve en su aliento
de vidrio callado
mientras la luz
danza
sobre su piel
Los cerros
se inclinan
despacio
y el Tayta Imbabura
asoma
desde lo hondo
Entonces se alza
liviana
como la niebla
y peina su cabello
con la bruma
del alba
Él la viste
Le cubre el pecho
con hojas sabias
de antiguos
silencios
con tejidos de brisa
y plegarias
dormidas
Le calza sandalias
de lava
callada
para andar el sendero
donde despierta
la claridad
Le ciñe la muñeca
con brazaletes
de cobre
y su piel respira
la sangre del día
Le cubre los hombros
con manta
de brasas
que huele
a monte sagrado
a cascadas dormidas
a mitos antiguos
que caminan
en sombra
Otavalo ya no duerme
Camina
envuelta
en voces vivas
con la luz
en los dedos
y el alma
tejida
con hilos
del monte
A su paso
se alzan
los elementos
vestidos
de fuego
de agua
de tierra
de viento
Y en su pecho
despierta
lo primero
una raíz
antigua
que arde
que canta
que nombra
la vida
BREVE COMENTARIO
Este poema es un homenaje profundamente sentido a mi padre, don Ángel Rueda Encalada y a la ciudad de Otavalo.
Aunque no soy poeta, al dar forma a este texto imaginé a Otavalo como una mujer dormida que despierta al ser vestida por el Tayta Imbabura. Desde esa imagen inicial, surgió la posibilidad de retratar a la ciudad como un ser vivo y cercano, hecho de tierra, memoria e historia. Vi en el paisaje un cuerpo que respira, en el volcán una figura paterna y en el amanecer, un rito antiguo que se repite en silencio.
Cada elemento natural —el lago, la montaña, la lava dormida, las cascadas— fue elegido como símbolo. Quise que hablaran por sí mismos, que transmitieran arraigo, herencia, permanencia.
Aunque el poema está inspirado en mi padre, no lo nombro dentro del cuerpo del texto. Siento que su presencia vive en cada imagen, en cada línea, en cada símbolo. Está en la tierra, en el agua, en la montaña, en el acto mismo de despertar a Otavalo.
Este poema es mi forma de abrazarlo, de recordarlo y de agradecerle el amor profundo que me dejó por esta tierra.
Ángel Rueda Encalada
Otavalo: 1923-2015
Fue un autodidacta que impulsó la modernización de Otavalo, logrando grandes transformaciones para su ciudad. Entre sus logros se cuentan la automatización de los teléfonos, la construcción del Banco de Fomento, la llegada del Banco del Pichincha, la edificación del Mercado 24 de Mayo, la creación de la Cámara de Comercio, la restauración del templo El Jordán y la reconstrucción del Hospital San Luis. Durante décadas, fue benefactor de las escuelas Gabriela Mistral y José Martí. Además, fundó varias instituciones locales desde las cuales desplegó su labor a favor de la comunidad. Fue presidente de la Sociedad de Trabajadores México y del Club de Tiro, Caza y Pesca. Formó la Cámara de Comercio, trabajó incansablemente para ella y fue nombrado su presidente vitalicio.
Marcelo Esparza, presidente de la Cámara de Comercio de Otavalo, comunicación personal, julio 12, 2015.