La tristeza llega como una visita inesperada. Golpea con fuerza, cierra puertas de golpe, sacude el cuerpo como una ráfaga que apenas permite respirar. Es tormenta repentina que oscurece el cielo en segundos, ola que estalla contra las rocas y deja una herida abierta. La tristeza arde como un fuego alto y apurado que consume el aire y luego se extingue.
Pero cuando la tormenta se disipa y el fuego se apaga, algo queda. No se va del todo. Lo que permanece es la melancolía: una brisa suave que no sacude, pero se instala. Es un atardecer que se demora, una luz que se apaga lentamente, dejando tras de sí una calma extraña.
La melancolía no hiere como la tristeza, pero habita más hondo. Se vuelve sombra tenue que no oscurece del todo, pero tampoco se retira. Es como un jardín sin flores, donde las raíces laten bajo la tierra, recordando lo que alguna vez floreció.
Mientras la tristeza es un verso breve y cortante, que irrumpe con la urgencia de lo insoportable, la melancolía es una estrofa lenta, envolvente, donde cada palabra madura en silencio. La tristeza es el primer impulso de quien escribe para vaciar el dolor; la melancolía, en cambio, es el eco que permanece cuando el papel ya está frío, pero conserva el calor de lo vivido.
En la tristeza hay ruptura, caída, desprendimiento. En la melancolía, permanencia. Una se asemeja a la flor que se marchita de golpe; la otra, al jardín que, aun sin flores, respira bajo la lluvia y guarda la promesa de lo que fue.
Cuando la tristeza se retira, la melancolía permanece. No desgarra, acompaña. No apaga, susurra. Porque incluso en el silencio, algo dentro sigue cantando. Quizá por eso la melancolía no pregunta, no exige, no concluye: solo se queda.
Se queda como vela encendida en la madrugada, como melodía que resuena cuando todo parece haber terminado. Tal vez, en esa forma leve y persistente, la melancolía sea la manera más delicada de sostener lo que ya no está y, sin embargo, aún vive en nosotros.
Dorys Rueda, Reflexiones, 2025.
Es fundadora y directora del sitio web El Mundo de la Reflexión, creado en 2013 para fomentar la lectura y la escritura, divulgar la narratología oral del Ecuador y recolectar reflexiones de estudiantes y docentes sobre diversos temas.
Entre sus publicaciones destacan los libros Lengua 1 Bachillerato (2009), Leyendas, historias y casos de mi tierra Otavalo (2021), Leyendas, anécdotas y reflexiones de mi tierra Otavalo (2021), 11 leyendas de nuestra tierra Otavalo Español-Inglés (2022), Leyendas, historias y casos de mi tierra Ecuador (2023), 12 Voces Femeninas de Otavalo (2024), Leyendas del Ecuador para niños (2025), Entre Versos y Líneas (2025), Reflexiones (2025), Cuentos de sueños y sombras (2025) y Cuentos de leyendas y magia de Otavalo (2025).
Desde 2020, ha reunido a autores ecuatorianos para que la acompañen en la creación de libros, dando origen a textos culturales colaborativos en los que la autora comparte su visión con otros escritores. Entre estas obras se encuentran: Anécdotas, sobrenombres y biografías de nuestra tierra Otavalo (tomo 1, 2022; tomo 2, 2024; tomo 3, 2024), Leyendas y Versos de Otavalo (2024), Rincones de Otavalo, leyendas y poemas (2024) e Historias para recordar (2025).