Desperté porque algo no despertó conmigo:
mis manos.

En mis muñecas, dos sombras temblaban,
como si no supieran decidir si volver
o borrarse del todo.

Caminé por la casa.
Todo estaba en su sitio,
menos yo.

En el patio las encontré:
erguidas sobre la tierra,
moviendo los dedos con una atención extraña,
como si midieran la luz
o tantearan una señal que no me pertenecía.

Las llamé.
Nada.

Me acerqué un paso
y entonces ellas se giraron apenas,
no para mirarme—porque ya no eran mías—
sino para darse la vuelta.

Y sin prisa,
como quien recuerda un camino antiguo,
comenzaron a marcharse.
Caminaban con una firmeza que me hirió un poco,
una certeza que nunca tuvieron conmigo.

Las vi alejarse,
delicadas y decididas,
como si por fin fueran libres
de buscar un cuerpo
más dispuesto a usarlas.

 

Dorys Rueda, Cuentos en voz baja, 2026.

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
  • mailelmundodelareflexion@gmail.com
  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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