Eran días grises, en que los recuerdos se evaporaban sin aviso, como si el mundo entero hubiese olvidado cómo recordar. Las personas caminaban con la mirada baja, cargando vacíos que no sabían nombrar, como si una parte invisible de sí mismos se hubiera desvanecido sin dejar rastro.
Joaquín, un hombre de rostro cansado y manos callosas, no era distinto. Salvo por una inquietud persistente: la certeza muda de que lo que había perdido aún lo esperaba en algún lugar.
Intentó recordar de muchas formas, pero todo fue en vano. Los sueños no lo ayudaban y las palabras, aunque familiares, parecían no tener eco.
Una noche cualquiera, de esas en que se camina más por cansancio que por destino, Joaquín se topó con una puerta sin nombre, sin sonido, sin indicios. No tenía letrero, ni timbre, ni picaporte. Y, sin embargo, la empujó. Entró.
La atmósfera era espesa, como si los recuerdos dormidos flotaran en el aire, suspendidos, esperando ser llamados por su nombre. No había mostrador. Solo una luz tibia que no provenía de lámpara alguna y la sensación de estar caminando dentro de una memoria ajena.
Desde un rincón, una mujer joven lo observaba con la calma inquietante de quien conoce todos los finales.
—¿Qué busca? —preguntó ella con una voz que parecía llegar desde una habitación cerrada del pasado.
Joaquín abrió la boca, pero no logró pronunciar palabra. Esa pregunta le resultaba extrañamente familiar, como si ya la hubiera oído o respondido en otro tiempo.
—No lo sé —dijo, bajando la mirada.
La mujer asintió levemente, como si eso fuera exactamente lo que esperaba oír. Le ofreció una silla de madera envejecida, frente a una estantería silenciosa.
No había libros ni archivos, solo cajas. Algunas envueltas en papel brillante, como si el tiempo no se hubiera atrevido a tocarlas. Otras estaban cubiertas por telas raídas, deshilachadas por los años. Todas dispuestas con una precisión casi amorosa, como si contuvieran pedazos de vidas suspendidas.
Algunos rótulos estaban escritos a mano, con trazos que parecían borrarse al ser mirados: valores olvidados, abrazos no dados, risas de la infancia, palabras que nunca se dijeron, perdones a medio pronunciar.
Pero había una caja distinta, en el rincón más alto de la estantería, donde apenas llegaba la luz. No brillaba ni lo llamaba. Y, sin embargo, al posar los ojos sobre ella, Joaquín sintió una punzada en el pecho. No era miedo ni deseo. Era una memoria despertando.
La tomó con cuidado.
—¿Va a abrirla? —preguntó la mujer desde la sombra.
Joaquín no respondió de inmediato. Observó la tapa. En ella, su nombre estaba grabado con una letra temblorosa que reconoció como suya, escrita por el niño que fue. Junto al nombre, un pequeño dibujo de una estrella, como los que hacía en sus cuadernos de primer grado.
—No —dijo al fin, sin levantar la vista—. Si la abro, temo olvidar lo poco que aún me queda.
La colocó de nuevo en su sitio y, justo antes de soltarla, le pareció que la caja respiraba, como si exhalara un recuerdo que ya no cabía en ella.
Se incorporó. Al pasar junto a la mujer, evitó mirarla. Algo en su rostro no coincidía con su voz. Salió sin mirar atrás.
No supo si había recuperado algo que era suyo o si, al no tocarlo del todo, había evitado perderse para siempre. A veces pensaba que la caja lo había esperado. O peor: que él mismo la había dejado allí, tiempo atrás, para no recordar.
Dorys Rueda, Cuentos de sueños y sombras, 2025.
Es fundadora y directora del sitio web El Mundo de la Reflexión, creado en 2013 para fomentar la lectura y la escritura, divulgar la narratología oral del Ecuador y recolectar reflexiones de estudiantes y docentes sobre diversos temas.
Entre sus publicaciones destacan los libros Lengua 1 Bachillerato (2009), Leyendas, historias y casos de mi tierra Otavalo (2021), Leyendas, anécdotas y reflexiones de mi tierra Otavalo (2021), 11 leyendas de nuestra tierra Otavalo Español-Inglés (2022), Leyendas, historias y casos de mi tierra Ecuador (2023), 12 Voces Femeninas de Otavalo (2024), Leyendas del Ecuador para niños (2025) y Entre Versos y Líneas (2025).
Desde 2020, ha reunido a autores ecuatorianos para que la acompañen en la creación de libros, dando origen a textos culturales colaborativos en los que la autora comparte su visión con otros escritores. Entre estas obras se encuentran: Anécdotas, sobrenombres y biografías de nuestra tierra Otavalo (tomo 1, 2022; tomo 2, 2024; tomo 3, 2024), Leyendas y Versos de Otavalo (2024), Rincones de Otavalo, leyendas y poemas (2024) e Historias para recordar (2025).