Después de siglos trabajando por cuenta propia como especialista en "negociación de almas", el diablo decidió formalizarse. La crisis espiritual era grave: los humanos ya no vendían sus almas por fama, poder o amor eterno. Ahora preferían ser influencers, usar inteligencia artificial o hacer cursos online.

—Tengo que reinventarme —dijo, mientras guardaba su tridente y abría su laptop de última generación.

Se metió a la plataforma "Socio Empleo", donde encontró una vacante que requería experiencia en tratos complejos, carisma, capacidad de persuasión y trabajo bajo presión infernal.

—Es ahora o nunca —murmuró.

Ese mismo día se compró un terno negro moderno, entallado pero sin pretensiones, con un saco lo suficientemente largo como para disimular con elegancia su cola serpenteante. Lo combinó con una camisa blanca impecable, que contrastaba con su piel rojiza, una corbata roja encendida y unos zapatos brillantes que ocultaban sus pezuñas sin delatar su origen.

Se miró al espejo, se alisó los cuernos con gel fijador y sonrió, satisfecho:

—Presentable y fiel a mi esencia.

El proceso resultó aterrador. Para comenzar, debía obtener el RUC. Tomó turno en el SRI y esperó, pacientemente al principio, luego resignado, durante tres horas exactas hasta que, por fin, su número apareció en la pantalla.

Una joven funcionaria lo recibió en un cubículo. Le lanzó una mirada de reojo, arqueó una ceja y, sin el menor asomo de emoción, le dijo:

—¿Diablo?
—Presente.
—Vaya a la ventanilla 7.

En la ventanilla 7, otra funcionaria lo esperaba. Sin mirarlo siquiera, exclamó:

—¿Planilla de luz?
—Vengo del infierno, señorita. No usamos energía eléctrica. Todo es geotérmico.


—¿Cédula de ciudadanía?
—Fui creado, no nacido.


—¿Certificado de votación?
—Jamás he votado. Al final, todos terminan viniendo a mí.

La funcionaria se acomodó los lentes y, sin apartar la vista de la pantalla, dijo:

—Regrese solo si tiene toda la documentación. De lo contrario, no se moleste en volver.

El diablo sintió cómo le sudaban los cuernos, le temblaba la cola y, por primera vez en siglos, consideró seriamente rendirse.

Pero lo peor vino después, cuando la empresa le pidió la hoja de vida. Fue un verdadero martirio. No sabía si poner "mil años de experiencia" o "freelancer en tentaciones y castigos eternos". En el apartado de formación académica dudó: ¿contaba como curso haber inspirado todas las guerras y traiciones de la historia? En "habilidades" escribió: dominio de la persuasión, verbo incendiario y mirada inmovilizadora.

Desesperado, no tuvo más remedio que acudir a un tramitador, quien, a cambio de unas monedas antiguas y la promesa de un “trato preferencial en el más allá”, le preparó en diez minutos un currículum impecable: fondo corporativo, foto a color donde los cuernos pasaban desapercibidos y títulos rimbombantes: Licenciado en Gestión de Almas y Máster en Productividad Extrema con mención en Condenas Eternas. Las referencias, por supuesto, llevaban el sello de Judas, Nerón y un gerente petrolero corrupto, quienes avalaron su carácter con recomendaciones tan condenatorias como entusiastas.

Con su hoja de vida en mano, impresa en papel grueso y aún ligeramente humeante, el diablo llegó por fin a la recepción de la empresa. Esperó dos largas horas, mientras la secretaria disfrutaba de un almuerzo sin apuro y un cafecito interminable. Cuando ella por fin regresó, él, entusiasta, le entregó su carpeta.

Sin apartar la vista del computador, ella murmuró con tono molesto:

—Además del currículum, debe presentar un certificado de no estar en mora con el IESS.
—Jamás he estado afiliado, señorita. Soy inmortal. No me enfermo ni me jubilo.


—Carné de vacunación.
—Resisto todas las plagas conocidas y varias que aún no tienen nombre.


—Constancia de domicilio firmada por un ser vivo.
—Vivo en un plano metafísico, sin calle, sin número. Mis vecinos son almas en pena y no tienen firma digital.


—Visa actualizada, con foto a color y sello húmedo.
—No vengo de este mundo ni del otro. Soy eterno y no salgo en fotos.


—Entonces debe respaldar su eternidad en la notaría. Original y copia. Además, presentar una prueba psicológica, una declaración juramentada de no haber invocado entidades oscuras en los últimos cinco años, una carta de recomendación de su exjefe inmediato y, por supuesto, el récord policial actualizado.

El diablo, al escuchar tantos requisitos, se acomodó la corbata roja, giró sobre sus pezuñas relucientes y murmuró, con una resignación tan elegante como antigua:

—¿Todo eso solo para trabajar?

Indignado, se alejó despacio, con los cuernos en alto, mientras pensaba que quizá era hora de volver a lo suyo: el negocio independiente de almas, mucho más práctico y sin tanto papeleo.

Al cruzar la calle, vio un letrero luminoso: “Sé tu propio jefe: curso exprés de tentaciones modernas. Inscripciones abiertas”. Entonces lo tuvo claro: era hora de lanzar su propia plataforma de pactos digitales, con firma biométrica y servicio en la nube.

 

 Dorys Rueda, Cuentos de leyendas y magia, 2025.

Dorys Rueda

Otavalo, 1961


Es fundadora y directora del sitio web El Mundo de la Reflexión, creado en 2013 para fomentar la lectura y la escritura, divulgar la narratología oral del Ecuador y recolectar reflexiones de estudiantes y docentes sobre diversos temas.

Entre sus publicaciones destacan los libros Lengua 1 Bachillerato (2009), Leyendas, historias y casos de mi tierra Otavalo (2021), Leyendas, anécdotas y reflexiones de mi tierra Otavalo (2021), 11 leyendas de nuestra tierra Otavalo Español-Inglés (2022), Leyendas, historias y casos de mi tierra Ecuador (2023), 12 Voces Femeninas de Otavalo (2024), Leyendas del Ecuador para niños (2025) y Entre Versos y Líneas (2025).

Desde 2020, ha reunido a autores ecuatorianos para que la acompañen en la creación de libros, dando origen a textos culturales colaborativos en los que la autora comparte su visión con otros escritores. Entre estas obras se encuentran: Anécdotas, sobrenombres y biografías de nuestra tierra Otavalo (tomo 1, 2022; tomo 2, 2024; tomo 3, 2024), Leyendas y Versos de Otavalo (2024), Rincones de Otavalo, leyendas y poemas (2024) e Historias para recordar (2025).

 

 

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