Salió de la oficina al mediodía y se sentó a descansar en una banca del parque. Cerró los ojos por un momento, disfrutando del silencio. Sin embargo, de repente, sintió que alguien se sentaba a su lado. Sorprendida, miró de reojo, pero no había nadie. Pensó que quizás había sido su imaginación. Pero entonces, la sensación regresó, más fuerte esta vez: algo o alguien estaba allí, junto a ella. Miró rápidamente, pero nadie estaba a su lado. Un ligero escalofrío recorrió su espalda, pero trató de ignorarlo.
Confusa y algo inquieta, se levantó y comenzó a caminar, intentando sacudirse de esa extraña sensación. Pero al dar unos pasos, volvió a sentir, como si alguien caminara justo a su lado. Se detuvo, horrorizada y miró a ambos lados. Y entonces, la vio. Junto a ella, caminaba ella misma.
No era un reflejo ni una ilusión, sino una versión idéntica de ella, como si su sombra se hubiera hecho carne. La figura caminaba con una calma inquietante, como si siempre hubiera estado allí, pero sin que ella la hubiera visto antes. Cada paso de la protagonista era seguido por el suyo, con una precisión demasiado perfecta. Sin pensarlo, aceleró el paso, pero su otro yo hizo lo mismo. Cuando frenaba, la figura idéntica lo hacía.
Cansada de caminar, se sentó nuevamente en la banca, sin mirar a su lado. "Es una alucinación", se repetía, intentando convencerse. "Esto no es real." Pero, esta vez vio como su otro yo se sentaba a su lado y le decía con una voz tan parecida a la suya: “Mira, tal vez no sea tan malo tener un yo idéntico”. Tal como lo dijo, la idea empezó a gustarle. "¿Por qué no?", pensó. Quizás no sería tan malo después de todo. Podría liberarse de algunas responsabilidades y hasta descansar un poco.
Tratando de sonar convincente, le dijo: “Tienes razón, posiblemente no sea tan malo tener un yo idéntico. Tú podrías quedarte exclusivamente en casa y hacer todo lo que yo no puedo. Yo me encargaría de lo que realmente importa”.
El otro yo la miró horrorizada ante un trato así. Sin mediar palabra, la figura idéntica se levantó y comenzó a alejarse como si alguien la persiguiera. Cuando se perdió entre la multitud, ella miró a su alrededor. Todo seguía igual. Nada había cambiado. Por un momento pensó que si su otro yo desaparecía, ella también lo haría. Pero no fue así. Sin embargo, un vacío profundo la invadió y por primera vez se sintió verdaderamente sola, atrapada en su propia piel. En ese instante un miedo irracional la invadió: temía que su otro yo regresara y esta vez para quedarse. No sabría cómo hacerse cargo de ella, ni cómo podría lidiar con esa versión suya. Si regresaba, ya no podría diferenciar quién era ella misma y quién no lo era.
Dorys Rueda, Cuentos de sueños y sombras, 2025.
Es fundadora y directora del sitio web El Mundo de la Reflexión, creado en 2013 para fomentar la lectura y la escritura, divulgar la narratología oral del Ecuador y recolectar reflexiones de estudiantes y docentes sobre diversos temas.
Entre sus publicaciones destacan los libros Lengua 1 Bachillerato (2009), Leyendas, historias y casos de mi tierra Otavalo (2021), Leyendas, anécdotas y reflexiones de mi tierra Otavalo (2021), 11 leyendas de nuestra tierra Otavalo Español-Inglés (2022), Leyendas, historias y casos de mi tierra Ecuador (2023), 12 Voces Femeninas de Otavalo (2024), Leyendas del Ecuador para niños (2025) y Entre Versos y Líneas (2025).
Desde 2020, ha reunido a autores ecuatorianos para que la acompañen en la creación de libros, dando origen a textos culturales colaborativos en los que la autora comparte su visión con otros escritores. Entre estas obras se encuentran: Anécdotas, sobrenombres y biografías de nuestra tierra Otavalo (tomo 1, 2022; tomo 2, 2024; tomo 3, 2024), Leyendas y Versos de Otavalo (2024), Rincones de Otavalo, leyendas y poemas (2024) e Historias para recordar (2025).