¿Qué hace una lancha en plena panamericana? Hoy en día, este sería un buen titular de cualquier diario del país.
Eran los tiempos en que solo el señor Echeverría tenía dos o tres lanchas para su uso. Para la competencia, teníamos que pedir botes al cuartel de Latacunga y a la Brigada Patria. Claro está, que esto significaba muchos gastos, como llevar volquetas, alimentar a los militares, etc. ¡Era toda una ceremonia!
José María Chiavassa había comprado una lancha para la prueba y se la había encargado a Sthefko krajelvic, para que la llevara al otro día a la travesía. Sthefko, bien dispuesto, le había dicho: “No te preocupes, esta camioneta está destinada para eso. Mejor, ayúdame a colocarla encima y yo, mañana a las seis, te llevo la lancha”.
En efecto, al siguiente día, Sthefko se levantó temprano, se subió a la camioneta y salió rumbo al Lago. Por la prisa, ni cuenta se dio que no había amarrado la lancha. Iba rápido, cuando viró al Espejo y llegó al parque donde había un rompe velocidades. Al pasar rápido, saltó el carro y el bote salió despedido y se quedó en media carretera.
Sthefko, al darse cuenta de lo que había sucedido, pidió ayuda a la gente del lugar y logró poner nuevamente la lancha encima de la camioneta. Felizmente, el bote no sufrió ningún daño y se lo pudo poner en el agua sin problema.