Zoily Andrade
Recopilación: Dorys Rueda
Agosto, 2018

 

Algunos años  han pasado,  pero aún me parece que fue ayer.  Como Reina del Yamor, fue mi prioridad los niños de escasos recursos, aquellos más vulnerables que necesitaban un incentivo para la Navidad.

Por esos tiempos vivía todavía el Presidente Don Galo Plaza Lasso, en su hermosa hacienda de la Esperanza. Conocedora de la gran generosidad que en él había, decidí visitarle para pedirle ayuda para los niños.

Llegué a su hermosa hacienda. Aún están en mi memoria las bellas flores y los olores que se percibían al caminar por sus veredas.

Salió a recibirme su dulce esposa, Doña Rosario Pallares, quien con una amplia sonrisa me invitó a pasar. Le expliqué el propósito de mi visita y ella me respondió que debíamos esperar a su esposo, que había salido a pasear a su perro Melchor. En tanto esperábamos por Don Galo Plaza Lasso, me invitó a conocer su casa. Recorrimos pasillos y habitaciones, y llegamos a su dormitorio, desde donde se podía divisar todo el hermoso paisaje: la tierra cultivada y los geranios de muchos colores. Me daba la sensación de estar en un paraíso.

Me invitó a sentarme en su sala, revisamos los retratos de sus hijos y nietos. ¡Era como estar en familia!

Después de unos minutos, Don Galo Plaza Lasso llegó fatigado, había estado corriendo, porque un enjambre de abejas estaba persiguiéndolo. Con su amplia sonrisa y su afable carácter, me escuchó atentamente. Lo tenía al frente, era un  gran hombre,  amable y caballero. ¡Qué porte! No solo me brindó su ayuda, sino también me invitó a un café con leche recién ordeñada. Gustoso aceptó mi petición, entre risas y el susto por las abejas. Terminó brindándome ayuda para 500 niños, incluso me dio quesos para todos ellos.

¡Qué hermosos recuerdos! La ayuda que pudimos brindar fue enorme.  Poder llegar con un poco de esperanza  a esos niños, sin duda fue la más grata experiencia que tuve durante mi reinado. Nada se compara con ver la ilusión que tenían los rostros de esos pequeños. Me di cuenta que el esfuerzo por conseguir toda esa valiosa ayuda, cobraba sentido y había valido la pena.

Sin duda  fue esa Navidad  la que llenó de mucha alegría mi corazón. Fue una gran oportunidad de devolver, de alguna manera, una parte de todo lo que me ha regalado mi bella cuidad, a la cual amo intensamente y me siento afortunada de algún día haberla representado.

 

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Cortesía: Zoily Andrade

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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