Dorys Rueda

 

Años atrás, el grupo de jóvenes “Junior 3” organizó una gymcana por las Fiestas del Yamor. El día del evento repartieron la lista de actividades que cada grupo, conformado por dos personas, debía cumplir. El grupo que obtuviera el puntaje más alto, en el menor tiempo posible, sería el ganador.

Mi hermano, Miguel Ángel Rueda y su gran amigo Nivo Dávila se anotaron en la competencia, sin que nuestros padres supieran.  Ese día todos los jóvenes de la familia estábamos expectantes y listos para ayudarles en lo que necesitaran.  Una de las exigencias era llevar a una chica vestida de verde a la tarima que habían instalado los “Junior 3” en el parque Bolívar.

La suerte estaba de nuestro lado, porque una prima había acabado de “aterrizar” de Quito y precisamente llevaba un terno pantalón de ese color. Claro, ella no tenía ni idea de que se había convertido en una pieza clave de la competencia.  Ni siquiera había desempacado, cuando mi hermano y su amigo la tomaron del brazo y le llevaron al auto, en medio de sus protestas.  Solo imaginábamos la cara que pondría, al subir a la plataforma y presentarse ante un jurado, como si fuera candidata a Reina del Yamor. “Estrellato fugaz de la gymcana”, dijimos entre risas.

Otro de los requerimientos para completar la competencia era “pescar” a una bañista en la piscina de “Yana Yacu” y llevarla al tablado para que desfilara como en pasarela, de un extremo a otro, frente al público que estaba ya abarrotado en el parque.

Mi hermana de 15 años, al inicio, se rehusó terminantemente a formar parte del juego. Dijo que jamás se iba a poner un bikini y mucho menos a exhibirse frente a la multitud. Ante ese “no rotundo”, empezamos a suplicarle que lo hiciera, porque solo con su ayuda nuestro hermano podría completar la última posta y posiblemente ganar la competencia. Fueron tantos los ruegos que finalmente accedió y se fue a la piscina.

Cuando se metió en el agua, la sintió sorprendentemente fría. En ese instante, no solo le vino a la mente la leyenda de la "Sirena del Lago San Pablo", que emergía desde las profundidades para hechizar a quienes se atrevían a sumergirse en sus aguas, atrayéndolos con su canto hasta hundirlos y llevarlos al fondo del lago, sino también la historia de la "Sirenita de Punyaro". Esta sirenita se había enamorado de un joven mortal y, cuando él murió, sollozaba desconsolada a la medianoche, llamándolo entre lágrimas desde la fuente helada. Justo en ese momento, vio llegar a nuestro hermano y a su amigo Nibo. Ellos no perdieron el tiempo; en cuestión de segundos la sacaron de la alberca, la envolvieron con una toalla y la subieron rápidamente al automóvil.

Una vez en la tarima, tuvo que caminar sin la toalla frente al público para que el jurado pudiera verificar que llevaba el traje de baño indicado.

Mi hermano y su amigo, finalmente, fueron los ganadores.

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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