En la época de la Presidencia del Concejo de Vicente Larrea, en una de las sesiones para aprobar el presupuesto, el concejal Cristóbal Troya exigía que en la partida presupuestaria en vigencia conste un rubro para construir el cerramiento del cementerio de la parroquia de San Pablo del Lago.
Los análisis y criterios fueron de diferente índole pero las explicaciones estaban encaminadas a demostrar a los asistentes que no se contaba con el dinero necesario para realizar la obra pretendida por Troya. Las exigencias del concejal fueron subiendo de tono a pesar de todas las explicaciones pertinentes.
Ante la insistencia del concejal Troya, Don Ursisino Galarza, hombre calmado, de pocas palabras, introvertido y sereno, tomó la palabra y dirigiéndose al señor Troya le dijo: “Señor Troya las explicaciones sobre la imposibilidad de construir el cerramiento del cementerio de San Pablo son sumamente claras y no hay ninguna posibilidad de realizarla, quizás para el próximo año. A más de eso yo creo que ya no debe insistir en el cerramiento del cementerio, toda vez que los muertos no se van a escapar”.