LA FUENTE DE PUNYARO
Ramiro Velasco
Antes de que la intención de algunas personas pretendiera “arreglar” y “modernizar” la hermosa Fuente de Punyaro, esta gozaba de la belleza de las cosas naturales. La Allpa Mama nos premió otorgándonos un sitio de especial belleza, cuya agua estaba alimentada desde un ojo (o varios) que mantenían su naturalidad y su simpleza en forma incólume.
Era el sitio al que se acudía para encontrar paz y tranquilidad y apenas estaba a pocas cuadras del centro de la ciudad. Allá se dirigían, especialmente los domingos, las familias provistas de suculentos fiambres a pasar el día, a gastar las horas contemplando las apacibles y cristalinas aguas que invitaban a la meditación y el sosiego.
Los muchachos acudíamos a remar en las hermosas barquillas que se alquilaban a precios verdaderamente accesibles. Los enamorados, para provocar en las muchachas un espíritu romántico, gastaban sus ahorros en un largo paseo en bote rodeado de una natural belleza. Muchos, muchísimos años después lograron arreglar la destrucción provocada en dicha fuente, pero a la nueva estructura siempre le faltará lo hermoso de lo natural.
LEYENDA OTAVALEÑA
LA SIRENITA DE LA FUENTE DE PUNYARO
En tiempos remotos, una sirenita muy hermosa solía aparecer en la Fuente de Punyaro, a las doce de la noche. Durante una hora, su canto se escuchaba por doquier. La gente, que se despertaba en sus casas, decía: “Ya empezó el concierto de la sirenita”.
Quienes no tenían miedo a la oscuridad, iban a la Fuente y se aproximaban para verla cantar, pero ella, tímida, se escondía sin dejar de entonar aquella música celestial.
En cierta ocasión, un apuesto joven, atraído por la dulce voz de la sirenita, se dirigió a la Fuente y por primera vez, la muchachita se dejó ver: era mitad mujer y mitad animal. De la cintura hacia arriba tenía el cuerpo más hermoso del mundo y de la cintura hacia abajo, una larga cola de pez.
Hicieron buena amistad y con el tiempo, el amor floreció entre los dos jóvenes. Él nunca contrajo matrimonio y la muerte le vino de viejo.
Ella nunca dejó de cantar, pero después de la muerte del que una vez fue joven, su canto era más un lamento que una melodía celestial. La gente que vivía alrededor de la Fuente decía: "Son los sollozos de la inmortal sirenita".
VIDEO: LA SIRENITA DE LA FUENTE DE PUNYARO
Narración: Alejandro Cisneros
Recopilación y Transcripción: Dorys Rueda
Otavalo, marzo 2018
Ocurrió hace más de 65 años, en la ciudad de Otavalo, cuando la Sra. Angelita Rodríguez Hidalgo vivía en el conocido Barrio de Punyaro.
La Fuente de Punyaro, si bien era un sitio concurrido los domingos, era un lugar desolado el resto de los días de la semana. Las mujeres que vivían junto a la Fuente bajaban a este lugar a lavar la ropa.
La gente mayor, como Don Miguel Rueda, suegro de doña Angelita, le había aconsejado no salir a lavar tan temprano, porque en la Fuente había una presencia extraña que se aparecía en la madrugada.
La señora Angelita, como no creía en esas historias, salía a lavar la ropa antes de las 5 de la mañana, cuando todavía la Fuente estaba desolada. Un día, cuando recién empezaba a sacar la ropa para lavar, vio a lo lejos a una inmensa gallina negra que revoloteaba entre las aguas. El animal poco a poco se le fue aproximando y cuando pasó frente a ella, empezó a ladrar como un perro. Después, misteriosamente, desapareció entre las aguas.
Aterrada, tomó la ropa que iba a lavar y emprendió el regreso a la casa. Cuando le contó a su suegro lo que le había sucedido, él respondió que ya le había advertido antes, que el diablo, en horas tempranas, se mete en los animales que aparecen en las aguas.
Desde ese día, doña Angelita nunca más volvió a lavar la ropa antes del amanecer.
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