LAS GUAGUAS DE PAN [1]

 

En una habitación construida para la preparación de alimentos tradicionales en grandes cantidades, edificada con las características clásicas de las antiguas, se había planificado los componentes como el horno de pan, la cocina de leña, con un gran mesón intermedio para amasar o para realizar grandes preparaciones de la culinaria tradicional. Se trataba de un recinto amplio, con ingresos de luz natural a través de dos ventanales grandes con instalaciones de luz eléctrica que facilitaban la tarea entrada la noche.

Era parte de la tradición familiar reunirse con ocasión de la celebración de la fecha de difuntos elaborando el clásico pan casero, además de los platos típicos de la temporada como son la colada morada, el champús y el plato clásico para picar de catzos[2] con tostado.   

El hornero se llamaba Publio, era el esposo de una de las tres Marías. Precisamente de María Encarnación a quien la llamaban Encar, María Cumandá era la esposa de Fabio, era llamada Cumita quienes se encargaban de amasar y preparar los diferentes tipos de compuestos para la elaboración del pan. María Dolores a quien trataban de Lolita, casada con Remigio, encargado de preparar cafés y los tragos, de poner música y de hacer mandados.

Todos los abastos rebosaban en las alacenas, era preferible que sobraran ingredientes, antes que llegara a faltar alguno de éstos.

Mientras Cumita y Fabio se dedicaban a realizar las mezclas magistrales de todos los ingredientes de los diferentes tipos de pan: de huevo, mestizo, quesadillas, de dulce, de leche y bizcochos.  Prestaban especial atención a la elaboración de las guaguas de pan, con su secreta formulación que no correspondía a ninguna de las demás.

Mientras tanto Publio se dedicaba a preparar el horno, para lo cual lo barría y limpiaba por dentro y por fuera.

Cuando se encontraba listo, traía la leña de eucalipto, que estaba perfectamente seca, se la acomodaba en dos pequeños arreglos equidistantes dentro de la cúpula del horno, se los encendía y se avivaba el fuego para que agarrara alta combustión.

Luego de consumida la madera, las brasas eran esparcidas por la base del horno precisamente para generalizar el calor, hasta obtener los parámetros de temperatura adecuados que eran el calor del cielo y el calor del suelo[3], así como la ceja enrojecida del ladrillo que hacía de dintel en la portezuela de la entrada del horno.

La prueba de temperatura del horno se la hacía con una lata de pan, si salía bien, se seguía con las demás.

Para esto ya se habían realizado las mezclas magistrales, para amasarlas muy bien, incluyendo golpes de todo tipo, de movimientos manuales y de los antebrazos de los expertos amasadores.

La masa ya había leudado, para que se produjera el milagro del crecimiento del pan por obra de la levadura. Con un toque artístico se daba las formas a los diferentes tipos de pan los que eran ordenados y alineados en las latas debidamente engrasadas, esperando su turno para ingresar al horno.

Para el caso de las guaguas, el trabajo era más prolijo, su amasado y forma eran dados con mucha concentración para que el producto final fuese artístico.

Las guaguas se alineaban en las latas, las que por su naturaleza desde ese estado ya eran coquetas y mágicas. Pasaban al horno y salían bellas, con un bronceado digno de unas reinas de belleza, resaltaban sus finos rasgos y su aroma enigmático y delicioso. 

Eran transportadas con mucha delicadeza y dejadas para que adquirieran la temperatura ambiental y someterlas a la decoración final. Terminaban siendo unas verdaderas obras de arte, además de ser manjares culinarios.

Mientras tanto en la cocina de leña se alistaba la gran olla denominada tamalera, para la preparación de la clásica colada morada, sobre la base de los jugos naturales de mora y de mortiños[4], a los que se agregaban todas las hierbas y especies dulces: cedrón, hierba Luisa, canela, ishpingo[5] y los agregados que a los autores de esta delicia se les pudiera ocurrir en ese momento, las artistas de este acto de magia culinaria eran Encar y Lolita.

Como golosina adicional preparaban una bebida especial, también formaba parte de la tradición de la época que era el champús, y para picar con algo de sal los catzos fritos con maíz tostado.

Con todos los manjares listos, pasaban a degustarlos en el almuerzo, luego de lo cual seguirían en las últimas labores de horneo, como es el caso de los bizcochos en el horno que ya había perdido mucho calor y que se encontraba tibio. También se dedicaban a la limpieza y ordenamiento de utensilios de panadería y de cocina tradicional.

Lugo para los artífices de esta reunión culinaria familiar, llegaba lo más importante, que era la de compartir y repartir los panes y especialmente las muñecas.

En esta parte del evento recordaban los consejos de sus padres, que eran compartir el pan, para lo cual el mandadero llevaba todos los regalos de pan a vecinos, amigos, conocidos y personas necesitadas, de manera muy disimulada llegaba y realizaba la entrega, conjuntamente con un litro de colada morada.

Lugo habían recibido la lección de compartir el buen humor, la alegría y las sonrisas, para lo cual durante todo el año y más bien durante toda la vida solamente se encargaban de propagar buenas noticias, buenos augurios y por lo tanto evitar ser portadores de noticias negativas, de dolencias y enfermedades. Trataban de vivir alejados del chisme, cosa un tanto difícil, pero lo intentaban.

Finalmente recibieron la misión de compartir la oración, por lo que se preparaba la familia, para al día siguiente, dos de noviembre, acompañar a la mayor cantidad de misas celebradas por el día de los difuntos. 

Todos eran conscientes de la importancia de estas fechas, por lo que cumplían con los rituales familiares de manera fidedigna para honrar los pedidos de los padres de las tres Marías. 

Mientras se encontraban en el arreglo de las entregas de guaguas de pan, con algunas unidades de diferentes tipos de pan con colada morada y como era la costumbre hablaron de temas alusivos a la fecha.

Iniciaron la charla tratando la manera en la que se celebraba la memoria de los muertos en la era precolombina, que se conocía consumían colada morada similar a la mazamorra morada que se consume en Perú, con harina de maíz negro a la que se le adicionaba jugo de mora de monte y mortiños, para realizar una visita presencial a las tumbas o huacas de los difuntos y con ellos compartir alimentos en simbolismo de muerte y vida que aún pervive y cuyo ritual puede ser apreciado en los conglomerados indígenas. Quienes sienten a la muerte como la partida y la conmemoran como tal, ya que tienen la seguridad de un futuro encuentro.

Toparon el tema de la Catrina y la celebración de la muerte en México, con su reverencia especial, desde inicios del Siglo XX, dada a conocer por el ilustrador José Guadalupe Posada, todavía sin la denominación característica, pero con un gran simbolismo respecto a la muerte en la cual todos los seres humanos éramos iguales, no había diferencias de clases sociales, de riqueza, pobreza o miseria, de belleza o fealdad, de género, pues la Calavera Garbancera representaba una democracia igualitaria con toda esta serie de conceptos. El conocido mundialmente Diego Rivera, pintor y pareja de Frida Kahlo, en 1947 la incluye en un mural con el nombre de Catrina que es la versión femenina del Catrín, que era aquel hombre que vestía elegante y soberbio, confirmando el adagio de que para la muerte no existen diferencias. Todos somos iguales.

También era tema para aquellas tardes de reunión la de El Libro de los Muertos de Egipto, de conocer la manera en la cual, a través de inscripciones en los sarcófagos, en los muros de las tumbas y en algunos papiros se han identificado las creencias de aquella época en la que de daba indicaciones sobre la manera de trabajar con el cadáver para su momificación, luego las instrucciones para su paso por el inframundo hasta llegar a la renovación de la vida.

Las distintas sociedades, desde siempre, han tratado con diferentes manifestaciones míticas a la muerte. Siempre ha sido, es y será un misterio.

Finalmente terminaban hablando sobre lo que es la muerte y la manera en la que se la enfrenta y se la trata en la actualidad; y, sobre la cada vez mayor tendencia a la cremación del cadáver.

La manera en la cual la tanatología se ha convertido en una verdadera ciencia sobre el manejo del tránsito al más allá y de que siempre habrá corrientes de pensadores que hablan de la existencia de otra vida luego de ésta y la corriente contraria que se manifiesta negativa a la existencia de nueva vida luego de la muerte y que con ella se llega al final de toda una serie de coincidencias evolutivas que configuraron la vida del ser humano.

Todos acordaron para el día siguiente participar en los servicios religiosos según su planificación, dando prioridad a aquellos que se ofrecían en honor a sus seres queridos, luego al de familiares, al de las amistades más allegadas y al final acompañar a quienes el horario lo permitiera.

No sin antes escuchar las palabras de aliento y de motivación de las tres Marías, que culminaban con alguna oración o referencia religiosa para cumplir el cometido familiar de compartir las guaguas de pan, la sonrisa y la oración.

Las guaguas de pan representaban el respeto a la vida, a la muerte y sobre todo a la incertidumbre del más allá.

 

[1] Muñecas elaboradas con similares recetas a las de pan, se consumen acompañadas de la bebida denominada colada morada, el 2 de noviembre, con ocasión del el Día de Difuntos. Esta costumbre para la celebración en Ecuador, específicamente en la Sierra Norte, tiene un componente místico ancestral pre colombino y otro derivado de la religiosidad católica resultado de la conquista, donde se han fusionado las dos culturas. 

[2] Catzos blancos que vuelan una vez al año, son escarabajos aptos para el consumo humano.

[3] El suelo era la temperatura de la base del horno que debe ser la adecuada para hornear el pan de manera que no se queme ni tampoco quede cruda la masa y peor que se bizcochara.  El cielo es la temperatura para hornear la parte superior del pan y la ceja es el indicador de la temperatura de todo el ambiente del horno.

[4] Equivalente a los arándanos.

[5] La flor de la canela en quichua.

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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