Recopilación: Óscar Ruiz
En una región apartada de las montañas de Ecuador , existía un río conocido por su serenidad y aguas cristalinas. Este paraje idílico era el hogar de antiguas tribus y de un chamán perteneciente a la tribu Kuntur, que poseía poderes místicos inigualables. Sus curaciones y sabiduría eran conocidas y respetadas en toda la región.
Un día, el chaman Kuntuka enfermó gravemente. Antes de morir, llamó a sus seguidores y les reveló un secreto: sus poderes no deberían perderse, incluso después de su muerte. Les pidió que, al morir, incineraran su cuerpo y esparcieran sus cenizas en el río sagrado.
Siguiendo sus instrucciones, los discípulos del chamán esparcieron sus cenizas en el río, creyendo que su espíritu continuaría protegiendo la región. Sin embargo, poco sabían que el espíritu de Kuntuka, en su inmenso poder y deseo de proteger, se había vuelto perturbado y enfadado por el desdén de algunos de la tribu hacia la naturaleza.
Con el tiempo, extraños sucesos comenzaron a ocurrir en el río. Las aguas que antes fluían serenamente, ahora se agitaban sin razón aparente, y una espesa niebla envolvía las riveras al anochecer. Los habitantes empezaron a escuchar susurros y lamentos que emergían del río, como si el chamán intentara comunicarse desde el más allá.
Una noche, un grupo de jóvenes decidió desafiar las advertencias de los ancianos y se aventuraron al río durante la madrugada. No se les volvió a ver. Los buscadores encontraron sus pertenencias en la orilla, pero no había rastro de ellos. Las historias sobre su desaparición se esparcieron rápidamente, y el temor se apoderó de los habitantes.
Desde entonces, nadie se atreve a acercarse al río al caer la noche. Los ancianos dicen que el espíritu del chamán Kuntuka sigue ahí, atrapado entre el mundo de los vivos y los muertos, protegiendo la naturaleza pero castigando a aquellos que no la respetan. Y se dice que, en noches sin luna, se pueden ver sombras moviéndose bajo el agua, y los susurros del chamán se escuchan con más claridad que nunca, recordando a todos que la naturaleza no debe ser desafiada.
Así, el río que una vez fue fuente de vida y tranquilidad, se convirtió en el Río Maldito, un lugar donde el poder del chamán sigue vivo, esperando el respeto y reverencia que una vez recibió.