Fuente oral: Julia Rodríguez y Celia María Ampudia
Recopilación: Virgilia de Rodríguez
Adaptación: Dorys Rueda
Enero, 2025
 
 

 

Había una vez, en un lejano lugar lleno de montañas y ríos, una niña llamada Celia. Ella vivía con Dioselina Ampudia, su hermana mayor. Se encargaba de cuidar la casa y de hacer las tareas del hogar. A veces, cuando se les acababa la sal o los fósforos, Celia tenía que salir a pedir ayuda a los vecinos. Pero el camino que debía recorrer no era fácil: debía cruzar puentes de madera sobre ríos que a veces se volvían muy peligrosos por las lluvias.

Un día, mientras Celia caminaba por su sendero, el cielo se oscureció de repente y las nubes comenzaron a soltar una lluvia intensa. Un leve temor la invadió, ya que en ese lugar no había nadie más y temía quedar atrapada entre los puentes. En su mente empezaron a surgir recuerdos de un enorme perro negro que había visto antes en el camino. Aunque le había contado a su hermana sobre este extraño can, ella nunca tomó ninguna acción al respecto.

De repente, Celia vio una pequeña luz brillando frente a ella. Al acercarse, reconoció al perro negro que había visto antes. Esta vez, el animal apareció de repente, como si hubiera salido de la oscuridad. Pero algo extraño sucedía: en su frente, justo entre sus ojos, brillaba una luz suave, como si fuera una pequeña estrella.

El perro se paró en medio del camino y no dejó que Celia pasara. Ella intentó dar un paso atrás, pero el perro se movió rápidamente, bloqueando su camino. Celia sintió un poquito de miedo, pero decidió intentarlo otra vez. Sin embargo, el perro seguía allí, impidiendo que avanzara.

Entonces, de repente, todo se volvió oscuro. La luz que salía de la frente del perro desapareció y Celia ya no pudo ver nada. Estaba rodeada de un silencio extraño y la oscuridad parecía envolverla por completo.

Una mujer indígena la encontró desvanecida. Cuando su hermana llegó al lugar, Celia despertó y, temblando, le dijo: "¡El perro, el perro!" y les contó cómo el extraño animal la había bloqueado en el camino.

La mujer que la había encontrado dijo: "Esa criatura que vieron en el camino no era un perro común. Era el Carbunco, un ser mágico y misterioso que se dice que habita en estos lugares. Tiene una gran esmeralda incrustada en su frente, que brilla con intensidad, especialmente cuando está cerca de la gente. Se dice que el Carbunco no es malvado, pero guarda secretos muy poderosos sobre la naturaleza y la vida. Si alguien tiene la suerte o la desgracia de cruzarse con él, debe tener mucho cuidado. La criatura no permite que los humanos interfieran con sus secretos y su presencia siempre significa que algo muy importante está en juego”.

Al escuchar las palabras de la mujer, un escalofrío recorrió el cuerpo de la hermana de Celia, quien comenzó a sentirse inquieta al pensar en lo cerca que estuvo su hermana de caer al río. Fue en ese momento cuando comprendió que el encuentro con esa criatura mágica no solo había sido algo extraño, sino una valiosa lección sobre los territorios y seres desconocidos que habitan en el lugar, y la importancia de respetar los misterios de la naturaleza. Reflexionó sobre cómo, a pesar del peligro, ella y su hermana se habían mantenido unidas en ese momento tan aterrador. Entonces, recordó un refrán que su abuelita siempre le decía: "Nada mejor en la vida que una familia unida" y comprendió que, juntas, podían superar cualquier desafío.

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
  • mailelmundodelareflexion@gmail.com
  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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