
La historia que voy a relatarles me la contó mi abuelito y ocurrió en Patate, un pequeño pueblo de la provincia de Tungurahua, donde él solía vivir, en una época en que la luz era escasa y las familias solían reunirse en la noche para contar historias tenebrosas.
En ese tiempo, los hombres tenían miedo de salir a las calles en las noches de luna llena, para no encontrarse con una mula arrebatada que, a las doce de la noche, trotaba por todo el poblado. A quienes encontraba a su paso, especialmente a los borrachos que se quedaban dormidos en las calles, les pateaba hasta dejarlos moribundos. Pateaba también las puertas de las casas y frente a ellas, relinchaba con desesperación. La gente, con mucho miedo, cerraba con seguro las puertas y las ventanas.
Cansados de esta situación, los jóvenes del pueblo se reunieron y decidieron darle cacería al animal infernal. En la primera luna llena, hicieron un buen grupo y lograron capturar a la mula. La amarraron con fuerza, pero como esta seguía dando pelea, resolvieron dejarla atada hasta que amaneciera.
Cuando los rayos del sol empezaron a asomarse por las montañas, el aspecto de la mula empezó a cambiar, transformándose lentamente en una mujer. Entonces, la reconocieron, era la amante del cura del pueblo. Una humilde cocinera que por pecar había sido castigada con una maldición: cada luna llena se transformaría en una mula.
Portada: Jhael Lovato