Por: Manuel Espinosa Apolo
La Yumba es una aparición propia de aquellos parajes agrestes que aún conservan ciertos barrios de los contornos de la ciudad de Quito, y que hasta hace unas décadas eran considerados pueblos de indios.
Se asemeja a una mujer joven, usa taparrabo y lleva cubiertos los pechos, además luce un adorno de plumas en la cabeza, de la cual caen unos largos cabellos que le llegan hasta los talones.
Suele aparecer a las 12 del día, en la chorrera de Guanojucho, arriba de Chilibulo, en la colina del Pacpo Chiquito en Pomasqui o en Carcelén Loma. A esa hora se encamina hacia una gran roca, donde se sienta y peina sus largos cabellos.
Hay que anotar que es una mujer hermosa, de piel trigueña y una figura esbelta y exuberante. Por eso seduce fácilmente a los hombres, sean jóvenes o viejos, músicos, mujeriegos o bebedores.
Se dice que le atraen, por sobre todo, los hombres jóvenes y trabajadores, a quienes rapta con el propósito de convertirles en sus amantes.
Con los maduros actúa de otra forma, para que la sigan. Les ofrece riquezas: joyas o dinero, que atesora en sus moradas, en el interior de ciertos cerros. Pero si se muestran ambiciosos, les propicia una gran paliza.
Sólo los hombres seducidos pueden ver a la Yumba, y en los lugares donde se presenta, las personas, especialmente los niños, contraen el Mal Aire.
En Guápulo, cuentan los más viejos, la Yumba solía llorar dentro del cerro llamado El Rollo, unos días antes de que lleguen los yumbos, procedentes de Archidona, con sus cargas de productos exóticos. Entonces su llanto se esparcía con el viento y era escuchado por todos los vecinos del pueblo.
Criaturas y lugares míticos del Ecuador, Grupo Editorial Norma, 2007.
Portada: https://www.amazon.es/penacho-indio/s?k=penacho+indio