Por: Eduardo Alfredo Arias
Luego de la masacre de los caras en el lago Yaguarcocha, los huambracuna (niños) fueron ubicados en las faldas occidentales del sagrado monte Imbabura, en Imbaqui (San Juan de Imbaqui) muy cerca de la actual población de Agato.
Huayna Cápac para mantenerlos aislados, seguros y olviden la trágica muerte de sus padres y, para transformarlos en útiles y obedientes súbditos, les puso una numerosa guardia de orejones para su custodia, con la estricta consigna de impedir cualquier clase de visitas y evitar su salida al exterior. Además los rodeó con nuevos asentamientos humanos, trasplantando comunidades íntegras de mitimaes de lejanas provincias del sur del Imperio.
Los huambracuna eran niños menores de 12 años, los últimos sobrevivientes de la inmolación de los Shyris (considerando su edad, el Inca los había perdonado la vida). Eran valientes y rebeldes y, sobre todo, habían olvidado llorar; en su espíritu mantenían vivo el sacrificio de sus mayores y la desafiante humillación hecha con arrogancia por Huayna Cápac: “Cambamana, pucula tucuy huambracuna” (ahora vosotros no me haréis la guerra), les gritó el Inca.
Los huambracuna (niños) se estremecieron, no de temor, sino de rabia y sus tiernos corazones clamaron venganza…con paciencia esperaron por años, la llegada de ese ansiado día.
Jorge Carrera Andrade en su obra: El Camino del Sol, dice al respecto: “este acto inútil y sangriento no produjo el resultado que esperaba el Inca; los niños se volvieron hombres y siguieron la tradición de sus mayores, oponiendo una resistencia moral y material a la penetración incásica y permaneciendo como un islote de cultura cara en medio de nuevos usos, costumbres implantadas por los invasores”.
A pesar de la expresa prohibición del Emperador, cuentan que la princesa Paccha, esposa de Huayna-Cápac, acompañado de su predilecto hijo Atahualpa, acostumbraba periódicamente visitar a los huérfanos en su reducto, permaneciendo varias horas en su compañía. Nadie sabe de lo que trataban, se presume que Paccha y Atahualpa deseaban mantener vivo en los Huambracuna, el espíritu guerrero y las tradiciones de su pueblo.
Coronado Atahualpa Shyri XVII con la diadema de esmeralda del poder y realeza de los Shyris, inicia el Reinado de Quito. El nuevo Soberano integró su guardia Real con 5000 guerreros leales y escogidos de entre los huambracuna, bajo su mando, nunca se separaron de su Señor, le custodiaban día y noche, las 24 horas.
Durante la contienda contra Huáscar, después de la batalla de Pombón con la victoria de las fuerzas quiteñas, Quisquis y Calicuchima solicitaron refuerzos al Shyri Atahualpa que descansaba en Cajamarca. Los Huambracuna se ofrecen de voluntarios, el Monarca Caranqueño accede y envía como refuerzos a su Guardia.
El día de la venganza ha llegado, exclaman con júbilo los Huambracuna y parten hacia el Frente de batalla a las órdenes de Quisquis. Tomarse el Cuzco era su consigna.
Otavalo, Leyendas y Tradiciones