El barrio Monserrate es uno de los más conocidos de la ciudad de Otavalo. Muchos habitantes aseguran que allí nació la festividad del Yamor, en el mes de septiembre. Su centro de atracción en la actualidad es la Gruta del Socavón, una cueva de agua sagrada para los indígenas en la antigüedad y hoy, un lugar de devoción para la gente otavaleña, pues en su interior, entre las aguas cristalinas, reposa la Virgen de Monserrate.
La historia que les contaré les sucedió a mis dos tíos, justamente en el puente por donde la gente transitaba para llegar al barrio Monserrate.
Una noche, antes de las doce, mis dos tíos estaban por llegar al puente, un lugar totalmente solitario a esa hora. De pronto, a cierta distancia, vislumbraron a una mujer vestida enteramente de negro que estaba parada junto al puente. Su figura era atrayente: delgada, alta y con un manto negro que le cubría el rostro. Seductoramente les hacía señas para que se aproximaran más.
Uno de mis tíos, hipnotizado por la visión, sin pensarlo dos veces, apresuró el paso para llegar rápido donde estaba parada la mujer. El otro, presintiendo que la aparición no era buena, le gritó para que regresara, pero su hermano no le hizo caso. Al contrario, se acercaba más y más. El hermano que se había quedado atrás, aterrorizado, se dio la vuelta y se fue corriendo para su casa.
Cuando llegó, contó a su familia lo que les había pasado y cómo su hermano se había ido tras la mujer. Pasó un buen rato y el hermano no llegaba. Desesperados, iban a salir en su búsqueda cuando alguien golpeó la puerta de calle. Al abrir, vieron que se trataba de mi tío que se desplomaba en la entrada, echando espuma por la boca.
Al siguiente día les contó lo que le había sucedido…
Cuando mi tío llegó donde estaba la mujer, ella coquetamente caminó hacia la quebrada y él la siguió. La mujer se sentó en una gran piedra que había en el barranco, haciéndole señas para que se acercara. Mi tío así lo hizo y se sentó junto a ella. Cuando retiró el manto de su rostro para besarla, lo que vio le llenó de espanto. En lugar del semblante hermoso de la mujer, quedó al descubierto una atroz calavera. El hombre corrió despavorido del lugar hasta llegar a su casa.