Fuente oral: Alberto Buitrón 
Transcripción: Janeth Buitrón 
Recopilación: Dorys Rueda 
Otavalo, 2020 

 

Cuando éramos niños, vivíamos en el campo con nuestros padres, en un lugar hermoso pero desolado. Nuestros pocos vecinos se encontraban a 2 o 3 km de distancia. En una noche obscura y silenciosa, mi padre nos contó una historia insólita,  lo que le había ocurrido en uno de sus tantos viajes por la carretera: un extraño suceso, difícil de creer.

Circulaba por las curvas de Otón, a medianoche, cuando vio a un caminante a un lado de la carretera. Le pareció muy extraño ver a una persona a esas horas y, como tenía la costumbre de ayudar a la gente, decidió ir más despacio para ver si necesitaba un aventón, pero cuando se acercó, se dio cuenta que solamente era una silueta que flotaba. Un frío helado le recorrió el cuerpo y sus cabellos se le erizaron. Instintivamente, con su mano, bajó el sombrero que, a la par del cabello, también se había elevado. Aceleró y se alejó rápidamente del lugar, hasta llegar a nuestra casa.

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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