Se cuenta que una noche un viejito iba por la quebrada, quejándose de su suerte: ya no podía trabajar, como lo hacía cuando era joven; no tenía dinero, porque sus hijos se habían llevado todo lo que pudieron y ya no se acordaban de él; su salud tampoco era muy buena, todo el cuerpo le dolía y ya no tenía a quien querer, pues su esposa y sus amigos se habían muerto hace tiempo.
Mientras el viejito lanzaba gemido tras gemido, dieron las doce de la noche. Ya cansado, se sentó en una piedra grande. En ese momento, sintió que alguien se sentaba a su lado. Regresó a ver y se encontró con un bulto negro, a poca distancia suya. Se frotó los ojos y cuando volvió a abrirlos, se topó con un hombre vestido íntegramente de negro, al que no podía verle el rostro. Sin temor, el anciano se atrevió a preguntar: “¿Quién eres?” La aparición contestó con voz de ultratumba: “La muerte y vengo a llevarte conmigo.
Solo entonces, el viejito sintió miedo y le pidió que todavía no le llevara con él, que quería vivir un poquito más. El hombre lo escuchó por un momento, pero luego se cansó y se paró bruscamente. En este instante, el anciano alcanzó a ver su rostro esquelético y quiso levantarse, huir, pero sus piernas no le obedecieron y se quedó sentado. La muerte tomó la hoz que había dejado a poca distancia y habló nuevamente: “Hombre, basta de tanta queja y llanto. De aquí en adelante, no vivirás para lamentarte de lo que no tienes, te conformarás con tu suerte, con lo que tienes. No quiero volverte a ver en mucho tiempo”.
Fue un autodidacta que impulsó la modernización de Otavalo, logrando grandes avances para la ciudad. Entre sus logros más destacados se encuentran la automatización de los teléfonos, la construcción del Banco de Fomento, la llegada del Banco del Pichincha, la edificación del Mercado 24 de Mayo, la construcción de la Cámara de Comercio, la restauración del templo El Jordán y la reconstrucción del Hospital San Luis.
Durante décadas, fue un generoso benefactor de las escuelas Gabriela Mistral y José Martí. Además, fue fundador de varias instituciones clave para la ciudad, desde las cuales desplegó una incansable labor en beneficio de la comunidad. Se desempeñó como presidente de la Sociedad de Trabajadores México y del Club de Tiro, Caza y Pesca. También formó la Cámara de Comercio, trabajando activamente para ella y siendo nombrado su presidente vitalicio.