Tenía cinco años y recuerdo como si fuera el día de hoy, cómo mi madre, una mañana, me perseguía con una tijera en las manos para cortarme el cabello largo y negro que tenía, y yo cómo la evitaba, saltando de un lado a otro con rapidez.
Ella, cada vez más impaciente y furiosa, empezó a hablarme de unos humanoides sobrenaturales que vivían en las afueras de Otavalo.
Eran pequeños, me decía, y se los veía desde lejos, por el sombrero enorme que llevaban y la espesa barba que les colgaba hasta las rodillas. Se hacían visibles en la noche, a quienes querían y se aparecían durante el día, a tirar piedras cuando estaban furiosos o algo les molestaba.
Se sienten atraído por las niñas,insistía mi madre, especialmente, por las de ojos negros y grandes, por las de cabello negro y largo, como el tuyo.
En ese momento de la historia, estaba ya sentada y oía con terror cómo los duendes solían ingresar a las casas para encantar a toda una familia y si se prendían de alguien, le raptaban para que viviera con ellos en esa construcción vacía donde antes funcionaba la Fábrica La Joya, que ahora era su guarida. Una vez allí, las niñas no volvían a ver nunca más a sus padres.
Lloraba sin consuelo, porque no quería que los duendes vinieran a mi casa y me llevaran a ese lugar tenebroso que decía mi madre. Lloraba con tantas ganas, que me olvidé de la tijera y de cómo mi cabello caía al suelo: unas hebras por aquí, otras, por allá…
Portada: http://www.guioteca.com/fenomenos-paranormales/existen-los-duendes-historias-y-casos-que-dan-miedo/