
En el cantón el Tambo de la provincia de Cañar, Ecuador habitaba el espíritu de un joven llamado Vinicio que fue asesinado, sin querer, por su propio padre Abelardo, en un ataque de ira.
La familia de Vinicio le encantaba la música, pero todo cambió tras la muerte de su madre Angélica. Ella había muerto por un infarto de camino a dar un show. Su padre, sintiéndose culpable, comenzó a odiar todo lo relacionado con la música, prohibiéndole completamente a Vinicio que tocara algún instrumento musical. Él no estaba de acuerdo con esta disposición, por lo que se escondía dentro de una cueva en el bosque con su instrumento favorito para tocar una hermosa melodía que él mismo había creado. Su padre, al enterarse de que no había dejado la música, montó en cólera y fue a buscarlo. Cuando lo encontró feliz tocando su flauta, lo golpeó de tal manera que sin darse cuenta, le quitó la vida. Arrepintiéndose de este terrible hecho durante los años que vivió.
Un joven músico llamado Gabriel se mudó a aquel pueblo interesado por el tan famoso canto. Decidido a investigar qué mismo pasaba con aquella melodía, se dirigió a la cueva donde había fallecido Vinicio, atraído por el sonido musical que venía de la cueva. Allí encontró una vieja flauta abandonada. Al tomarla y empezar a tocar, comenzó a sentirse solo y enfermo, por lo que salió rápidamente del lugar. Después de tres días, Gabriel falleció.
La gente del pueblo, por miedo a volver a escuchar aquel canto, nunca más volvió a acercarse a la cueva del bosque.