LA ANCIANA DEL HOSPITAL GENERAL DOCENTE DE RIOBAMBA

Cuando mi hermana Andrea tenía 15 años, fue operada de una hernia en su ingle, en el Hospital General Docente de Riobamba. La noche después de su operación mi madre me pidió que me quedara con ella para hacerle compañía y cuidarla.
Mi hermana se encontraba en una habitación, en el ala de mujeres del Hospital. Una institución pública que tenía como infraestructura un edificio viejo y descuidado. Cerca de la media noche mi hermana me solicitó que la acompañara al baño, pues en aquel tiempo los baños no se encontraban dentro de los cuartos del hospital. En nuestro caso, estaban muy distantes, por lo que tomé a mi hermana del brazo y la llevé caminando hacia el baño que se encontraba al fondo del corredor.
En ese momento, vimos a una anciana de unos 80 años o más, con el cabello tan blanco como el algodón y lo tenía tan largo que suelto, le llegaba hasta la cintura. Su piel era muy clara y vestía una larga bata blanca de hospital. Empujaba cuidadosamente el porta sueros.
Aquella dulce anciana volteó la mirada hacia nosotras y nos brindó una sonrisa amable y encantadora e inmediatamente entró al baño. Pocos minutos después, al ingresar nosotras, no vimos a nadie. Ambos servicios higiénicos estaban vacíos. Entonces nos dimos cuenta de que aquella encantadora viejecilla no existía más en este mundo y ahora pertenecía al otro.
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