Hace mucho, mucho tiempo, en el pueblito de Baños, había una cueva misteriosa llamada la Cueva de San Francisco. Todos en el pueblo hablaban de ella y muchos decían que estaba llena de cosas extrañas y mágicas. La gente sentía un poquito de miedo cuando pasaba cerca de la cueva, porque decían que en ese lugar ocurrían cosas misteriosas.
Una noche, Taita Illico, un hombre del pueblo, se levantó muy temprano pensando que ya era de día. Decidió ir al trabajo con sus bueyes, pero aún estaba oscuro. Caminó lentamente por el puente y se acercó a la cueva. De repente, los bueyes comenzaron a soplar fuerte, como si se asustaran de algo. Taita Illico se quedó muy confundido y no podía entender qué pasaba. Quiso gritar, pero no podía, como si algo lo hubiera dejado sin voz.
Muy asustado, recordó algo que su abuela le había enseñado para alejar los miedos: una oración que la hacía sentirse valiente. Al recitarla, Taita Illico comenzó a sentirse un poco mejor y decidió seguir adelante. Pero cuando entró en la cueva, sintió que caminaba en el aire, como si flotara. El miedo lo llenó aún más, pero pensó en sus santos y en todo lo que le habían enseñado para ser valiente.
Finalmente, Taita Illico llegó a un lugar donde pudo descansar un poco, aunque aún temblaba. Cuando llegó a un arroyo para beber agua, se sintió mucho mejor. Sin embargo, algo raro le pasó: comenzó a sentirse muy mal, como si algo feo hubiera tocado su cuerpo. Los demás del pueblo, al darse cuenta de lo que le había pasado, dijeron que había sido el "mal aire" de la cueva.
Pronto, los vecinos decidieron hacer algo para que la cueva no diera miedo. Decidieron poner una imagen de San Francisco dentro de la cueva para que cuidara el lugar y ahuyentara los espíritus malos. Así, la gente ya no tendría miedo de pasar por allí.
Hoy en día, la cueva de San Francisco es un lugar tranquilo y bonito. La gente la visita para conocer la historia y ver cómo, con la ayuda de San Francisco, el lugar se llenó de paz. Y aunque antes era un sitio que asustaba, ahora es un lugar de protección donde ya no hay miedo.