En Otavalo, los mayores aún recuerdan la antigua leyenda de los valientes.

Cuentan que, en tiempos pasados, dos jóvenes rivales discutían sin descanso sobre quién tenía más coraje. Como las palabras no bastaban, decidieron ponerlo a prueba en el escenario más temido: el cementerio.

A medianoche, con la luna escondida tras nubes oscuras y el viento sacudiendo las ramas, se desafiaron a clavar un clavo en la cruz de una tumba olvidada. Era la prueba definitiva: quien lograra hacerlo sin desfallecer sería considerado el más osado del pueblo. Pero lo que empezó como una competencia de orgullo terminó en tragedia: uno de ellos murió del miedo, atrapado por su propio poncho.

Desde entonces, la leyenda se cuenta con un consejo: la valentía no consiste en desafiar a los muertos, sino en reconocer los propios límites.

Hoy, en cambio, la valentía ya no se mide en cementerios, sino en realities improvisados. Un grupo de aficionados decidió actualizar la vieja historia y lanzó en TikTok el concurso “Valientes en el supermercado”, cuya sede sería nada menos que el almacén AKÍ. Los premios eran todo un espectáculo: un vale de compras de 200 dólares, una cena elegante con la Reina de Otavalo y una placa brillante que proclamaba al ganador como “Valiente Oficial de Otavalo”.

El reto atrajo la atención de dos muchachos otavaleños que aceptaron sin titubeos. La misión era clara: entrar de noche al supermercado y superar tres pruebas en distintos pasillos, transmitiendo en vivo cada momento.

El primer obstáculo fue don Eusebio, el guardia del almacén. Apenas los vio, pensó que eran delincuentes y sacó su arma oxidada, que hacía más ruido al cargarla que al disparar. “¡Ni crean que me van a robar los fideos!”, gritó. Los chicos, temblando, le explicaron el reto. Don Eusebio los miró con desconfianza, hasta que escuchó la frase mágica: “compartir el premio del reality”. Entonces se le iluminó el rostro, guardó el arma y dijo: “Bueno, ya que no son ladrones sino concursantes, puedo hacerme de la vista gorda. Luego, con gesto solemne sacó su viejo reloj Casio y anunció: “Uno entra primero, luego el otro. Yo marco el tiempo. Y cuidado: que si se guardan algo en los bolsillos, ¡quedan descalificados!”.

La primera prueba era el equilibrio de carbohidratos en el pasillo uno. Consistía en recorrerlo cargando un saco de arroz en un hombro y una funda de fideos en el otro, sin dejar caer nada. El primer muchacho avanzó con paso firme, aunque una funda de azúcar mal acomodada en la repisa se deslizó y le rozó el brazo antes de hacerse papilla en el suelo. Los usuarios gritaron en el chat: “¡Eso sí es resistencia, puro nervio!”, “Ni el azúcar pudo con él”.

El segundo entró resuelto y, casi al final, una caja de avena se inclinó desde lo alto y le golpeó apenas la cabeza como advertencia, pero logró mantener el equilibrio sin soltar la carga. El público lo ovacionó con frases como: “¡Grande, ese sí aguanta los golpes de la vida!”, “Valiente hasta con la avena en la frente”.

Ambos consiguieron superar la prueba y salieron del pasillo erguidos, como si hubieran derrotado a un ejército invisible de carbohidratos. Don Eusebio, serio como árbitro de campeonato, se concentraba en su cronómetro.

La segunda prueba era el laberinto de las sombras en el pasillo dos. La misión era encontrar en un minuto el fruto más raro y mostrarlo a la cámara.

El primero buscó entre cajas y canastas hasta que levantó una sandía gigantesca, agitándola como si fuera un cráneo de gigante. El público deliró: “¡Fantasma verde detectado!”, “Ese sí pesa como las penas del alma”El segundo concursante prefirió el ingenio: tomó una papa torcida, la mostró solemne y declaró: “Aquí está, el espíritu de la cosecha”. El chat no tardó en reaccionar: “¡Esa papa está embrujada!”, “Ya denle la placa, se la ganó”.

Los dos salieron tan satisfechos del pasillo que levantaron los celulares como trofeos, mientras el público en TikTok los aplaudía a carcajadas. Don Eusebio, apoyado en su linterna y con aire de juez veterano, murmuraba con voz grave: “Cumplieron bien".

La última prueba era el reto de la estatua en el pasillo tres. Había que quedarse un minuto inmóvil frente a la cámara de seguridad, fingiendo ser parte de la exhibición congelada. El primero se abrazó a un pollo empacado como si fuese su mascota y permaneció rígido, temblando apenas. El chat estalló: “Ese pollo se ve más vivo que él”El segundo alzó una caja de helados como si fuera la antorcha de un vencedor y sostuvo la pose con expresión solemne. Los comentarios no paraban: “¡Ese sí nació para ser estatua!”, “Que lo pongan de adorno en la entrada del supermercado”.

Ambos lograron resistir el minuto sin moverse. Don Eusebio, que ya había desconectado la cámara, los observaba divertido y pensaba:  “Con esas poses, ni para estatuas del parque Bolívar sirven, pero hay que reconocer que se aguantaron”.

Los chicos salieron triunfantes, como si hubieran escalado el monte Imbabura con un saco de arroz en la espalda, gritando con orgullo:

—“¡Lo logramos, somos los intrépidos del AKÍ!”.

Recibieron la placa dorada, la cena con la Reina de Otavalo quedó confirmada y don Eusebio, sin proponérselo, terminó con un club de fans que lo aclamaba en TikTok como el verdadero campeón de la noche.

Desde entonces, en Otavalo ya no se reta a nadie con “anda al cementerio si eres valiente”. La nueva frase oficial es:

—“A ver pues, ¿te atreves a entrar al AKÍ en la noche, con don Eusebio de guardia, sin datos, sin Wi-Fi y con apenas un dos por ciento de batería?”.

 

 

 

 

 

 

 Dorys Rueda, Leyendas y magia de Otavalo, 2025.

Dorys Rueda

Otavalo, 1961

  

Es fundadora y directora del sitio web El Mundo de la Reflexión, creado en 2013 para fomentar la lectura y la escritura, divulgar la narratología oral del Ecuador y recolectar reflexiones de estudiantes y docentes sobre diversos temas.

Entre sus publicaciones destacan los libros Lengua 1 Bachillerato (2009), Leyendas, historias y casos de mi tierra Otavalo (2021), Leyendas, anécdotas y reflexiones de mi tierra Otavalo (2021), 11 leyendas de nuestra tierra Otavalo Español-Inglés (2022), Leyendas, historias y casos de mi tierra Ecuador (2023), 12 Voces Femeninas de Otavalo (2024), Leyendas del Ecuador para niños (2025) y Entre Versos y Líneas (2025).

Desde 2020, ha reunido a autores ecuatorianos para que la acompañen en la creación de libros, dando origen a textos culturales colaborativos en los que la autora comparte su visión con otros escritores. Entre estas obras se encuentran: Anécdotas, sobrenombres y biografías de nuestra tierra Otavalo (tomo 1, 2022; tomo 2, 2024; tomo 3, 2024), Leyendas y Versos de Otavalo (2024), Rincones de Otavalo, leyendas y poemas (2024) e Historias para recordar (2025).

 

 

 

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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