LAS SIRENAS DE CERRO BRUJO

 Transcripción: Juan Carlos Naula
Alumno del 6to. Curso del I.T.S.F.M. Alejandro Humboldt
Compilador: Brenda Vanegas León
 
 

                                                                           

Dicen que después de la muerte de Manuel J. Cobos, algunos campesinos y pescadores empezaron a vivir en las Islas. Cinco pescadores, de los cuales cuatro duermen en el mar y el uno todavía respira pero su alma está en el fondo del mar; se fueron a pescar llevando agua dulce y alimentos para un día de pesca.

Cuentan que salieron en una panga siguiendo la orilla hacia el León dormido, durante el día no cayeron peces y decidieron ir mar adentro pasando el León dormido y vieron que Cerro Brujo estaba iluminado, como si fuera capilla de bodas, estaban viendo el Cerro cuando fuerzas extrañas y música encantada les atraía a las faldas de ese cerro; por curiosidad decidieron varar la panga en la arena y saltar a tierra.

Entonces vieron unos seres que bailaban en el agua y que se acercaban a ellos, se dieron cuenta que eran mujeres que parecían ángeles; tenían en la frente estrellas de mar luminosas, sus cuerpos vestían túnicas que parecían hechas de conchas blancas luminosas, cada una de ella tenía una flauta fosforescente en las manos que las iluminaba y aunque ellas no soplaban, salía de estas flautas una música que les atraía a ellos; cuando estuvieron junto a estos ángeles, ellas les confesaron que eran Sirenas del mar y que vivían en las cuevas de Cerro Brujo, que esa noche tenían una fiesta y que les invitaban, los pescadores les siguieron a las sirenas hasta las cuevas y subieron a la parte más alta del cerro al son de la música; allí las sirenas les sirvieron bebidas y manjares extraños y bailaron toda la noche con ellos y con los chivos que se unieron a la fiesta. Entre baile y baile la sirena que al parecer era la más hermosa alzaba su flauta que no era más que el espinazo del bacalao rey transformado en flauta por la magia de las sirenas y cinco chivos se tendían a los pies de los pescadores, ellos asustados, pero a una seña de las sirenas entendieron que debían despostarlos y lo hicieron en segundos como por arte de magia y luego se durmieron al son de la música encantada.

Al siguiente día se despertaron y creyeron que habían tenido un hermoso sueño; pero al ver los restos extraños de las bebidas y comidas y la cantidad de chivos faenados supieron que no habían soñado sino que era verdad. Pero entre el miedo y la alegría que sintieron empezaron a discutir. Uno decía que era un encantamiento; otro que estaba soñando; otro que era una brujería y que no podían llevar los chivos faenados porque estaban embrujados y otro que los chivos eran muchos y que la panga no resistiría el peso.

Dejaron todo y empezaron a bajar del cerro para regresarse al puerto y juraron no contar nada de lo que había sucedido porque pensarían que estaban locos y nadie les creería. Cuando llegaron a la playa, vieron la panga cargada de chivos y flotando en la bahía; del miedo nadie dijo nada y costeando las orillas navegaron rumbo hacia el puerto. Uno de ellos tiró el anzuelo y un pez pico la carnada, necesitaron tofos ayudar y ante los ojos asombrados salieron 50 bacalaos rey; y así siguieron pescando de 50 en 50 bacalaos rey y la panga seguía flotando. Llegaron a Playa de Oro donde les esperan sus familiares y el resto del pueblo que permaneció en alerta porque los cinco pescadores se habían perdido 15 días; saltaron a tierra entre aplausos, llanto y preguntas. No podían contestar nada por su juramente y porque creían que seguían soñando; lloraron muchos días y no quisieron regresar a pescar nunca más; ante las insistencias, contaron lo sucedido, algunos sí les creyeron, otros dijeron que algún pirata les drogó para sacar los tesoros que tenían escondidos en esas cuevas, otros dijeron que la falta de agua y el sol les dejó inconscientes y que a lo mejor comieron cactos y que eso les dio fuerzas para regresar, pero que eso también da alucinaciones, y que otros que estaban embrujados por las sirenas que vieron.

Lo cierto es que cuando regresaron al mar después de muchos años, en diferentes fechas cada uno de ellos desapareció en el mar y nunca se encontraron sus cuerpos. Hasta ahora no se sabe qué pasó realmente, pero es costumbre de los pescadores, si no obtienen buena pesca ir a Cerro Brujo a cazar chivos, ya porque obtienen ganancias y también porque ayudan al Parque Nacional con esta caza de chivos a cuidar los ecosistemas. 

 

Leyendas y tradiciones de Galápagos,
en la cultura y literatura, como expresión popular,
Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1998
 
 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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