
El tiempo se resquebraja, Lum. Se parte. Se fisura.
Estalla en pedacitos como migas de pan, como esquirlas de balas o como pesadillas dispersas alrededor de la madrugada.
Tú, Lum, ¿deberías exigir recompensa por el día más infame, por las horas más infelices, por el instante no aprehendido alguna noche?
El tiempo tropieza consigo mismo. Crea burbujas momentáneas. Nada dura. Nada es predecible.
Tú, Lum, ¿podrías pedir auxilio al borde de la noche entre truenos, rayos, relojes y campanarios desabrochados? ¿Podrías preguntar al pasado dónde se perdió el presente, en qué minuto se desestimó y se cubrió de vergúenza?
El tiempo tambalea, Lum. Gira. No logra controlar sus movimientos. Cae.
¿Aún permanecemos en pie? ¿Hemos intentado correr en dirección contraria a los cataclismos?
Decían que el tiempo era amor, era luz, era sexo, era un puente entre historia y desesperanza.
¿Lo crees, Lum? Yo no. El tiempo está muerto.
Nadie asistirá a su extinción. Nadie hará las preguntas decisivas. Nadie, ni siquiera Dios desde su escondite. Todo es extravío. Ya nada existe en ninguna parte.
Los mitos solo fueron un reloj de arena sin fluir ni atravesar, sin hombre ni mujer en el inútil gesto de volver a Adán, Eva, la serpiente, la manzana.
Agónico y sin memoria, Lum, el tiempo flota sin rumbo a la espera del destierro hacia sí mismo.
Rubén Darío Buitrón

Rubén Darío Buitrón (Quito, 1966) es Director General de NOTIMERCIO, el nuevo periódico de Quito. Dirige también la nueva Escuela de Cronistas del Ecuador. Es poeta, docente y cronista. Máster en Periodismo por la Universidad de Alcalá, en España. Tiene tres premios nacionales de Periodismo. Autor de 13 libros en diversos géneros. Su libro más reciente es «Dicen que mis demonios son inofensivos» (2023). Es director del portal periodístico y literario loscronistas.org
