Dicen que Vri suele estremecerse cuando lee los poemas a Vri. Ella nunca me lo ha dicho, nunca hemos podido leernos poema alguno y nunca hemos podido escribirnos frases de amor sobre nuestra piel y nunca he podido decirle Vri a sus oídos y ella tampoco ha podido pronunciar mi nombre de combate mientras nos besamos.
Sé dónde está Vri ahora y Vri sabe dónde estoy ahora. No está en ningún lugar ajeno. No estoy en ningún lugar ajeno. Ella vuela alrededor de mis ausencias y yo vuelo alrededor de las suyas.
A veces me parece que es ella quien escribe estos poemas. Se ama tanto que no sería descabellado verla amándose a sí misma desnuda, fecunda y conmovedora. Se ama tanto que imaginarla a mi lado mientras escribe podría convertirse en la ceremonia donde todos los vinos del mundo se viertan sobre sus muslos ya humedecidos con mis palabras susurrantes susurrables.
Vendrá de nuevo Vri o yo iré a ella y será el ritual más bello de la memoria. Vendrá. Sé que vendrá. Sé que mis poemas suyos recorren ahora mismo su sangre y sé que sus poemas míos golpean mi corazón y lo desbordan y lo empujan y convierten la espera decisiva en la joya más buscada de la vida nuestra, tan escrita y tan abrazada con los brazos apacibles y las piernas enredadas ellas en mi alma y estas en el enternecer de mis poemas.
Hoy he podido escuchar a Vri escondida entre estas líneas y juguetona detrás de mis palabras.
Es tan grande, Vri, tan cotidiana. Tan de mí como tan de ella. O solamente tan de ella. Es lo más probable. ¿Por qué tendría que ser mía si el hecho de ser ella es el que me convoca a enviarle letras que se juntan y florecen como un poema redondo e inesperado que no sé si en realidad lo he escrito yo con mis esperas o ella me lo dicta con sus advenimientos?
Solo díganle a Vri que estoy aquí, aguardando. No me digan lo que siente al leer mis poemas porque ella lo sabe, porque surgen de ella misma desde sus gestos cercanos, anhelantes y desnudos.
RUBÉN DARÍO BUIRÓN

Es una de las voces más significativas del periodismo y la literatura ecuatoriana contemporánea.
Con más de tres décadas dedicadas al oficio, ha construido una trayectoria que une la precisión del reportero, la sensibilidad del poeta y la mirada ética del maestro. Su obra —entre la crónica, la poesía, el cuento y el ensayo— se enmarca en lo que él mismo denomina periodismo poético: un puente entre la verdad de los hechos y la hondura de la experiencia humana.
Formado en Comunicación Social en la Universidad Central del Ecuador y con una maestría en Periodismo Digital por la Universidad de Alcalá, en España, complementó su camino literario en el Taller de Literatura de Miguel Donoso Pareja, donde descubrió que la palabra no solo nombra, sino que transforma. Desde entonces ha construido un estilo propio que combina humanidad, rigor y belleza.
Su carrera periodística lo llevó a ocupar la edición general de los principales diarios del país —El Universo, El Comercio y Expreso—, experiencia que lo convirtió en referente para varias generaciones de periodistas. Ha sido docente invitado y asesor editorial en universidades y medios de distintas regiones del Ecuador, aportando no solo conocimiento técnico, sino una visión ética de la escritura y del relato.
Fundador de proyectos que hoy sostienen la memoria y la renovación del oficio —loscronistas.org, Notimercio y la Escuela de Cronistas del Ecuador—, Buitrón ha impulsado espacios de formación donde la palabra se trabaja como disciplina y como libertad. Su labor lo ha llevado a ser reconocido por la Fundación Gabo por su aporte al periodismo narrativo latinoamericano.
Autor de trece libros, su obra abarca el cuento (Instrucciones para llegar al orgasmo, 1987), la crónica y el ensayo (Absurdos cotidianos, 1998; Periodismo por dentro, 2004–2005; Veinte años del Premio Jorge Mantilla Ortega, 2012; Batallas personales, 2014) y la poesía (Este mundo gris lleno de ratas, 1997; Nada más profundo que tu noche, 2007–2010; Oscuridad de las luciérnagas, 2018; Leve es la vida que nos queda, 2021; Dicen que mis demonios son inofensivos, 2023).
También figura en diversas antologías que han marcado la literatura ecuatoriana de finales del siglo XX y comienzos del XXI.
Su recorrido ha sido reconocido con premios nacionales de cuento y periodismo, y con distinciones que valoran su integridad profesional y su contribución al pensamiento crítico. Más allá de los galardones, su influencia se refleja en las voces jóvenes que lo reconocen como guía, en los lectores que encuentran en él una mirada humana y en los colegas que lo consideran un referente ético.
Para Rubén Darío Buitrón, la palabra es un territorio de resistencia y de luz: un modo de comprender la vida y de ofrecer al lector una verdad que no hiere, sino que humaniza. Su obra —entre la memoria, la emoción y la claridad del oficio— ha ampliado los caminos del periodismo narrativo en Ecuador y ha sumado al país una voz que escribe desde la honestidad, la sensibilidad y la búsqueda permanente de sentido.
En sus palabras:
“He escrito siempre porque antes aprendí a leer. En la palabra encontré un lugar para comprender la vida y para ofrecerle, cuando puedo, algo de su propio misterio”.

