
Los dioses juegan con los sentidos, apuestan por lo imposible, se divierten con las probabilidades.
Manipulan la melancolía, enredan las tristezas,
agudizan los vacíos, se ríen de nosotros.
Aún así, tú y yo intentamos trepar los muros de la distancia,
gritarnos todos los susurros, envolvernos los recuerdos con pedacitos de ti y de mí.
Yo dejo que sangres por mi cuerpo, tú permites que te acaricie la memoria.
Superlativo es ir contra los dioses pervertidos
e incapaces de amar,
dioses infames de los tiempos imperfectos.
