
El zapato de tacón izquierdo empezó a sospechar el día en que llegó rendido y el derecho, impecable.
No fue una certeza, fue una intuición. Desde entonces miró con atención: el derecho entraba primero al automóvil, pisaba sin esfuerzo y parecía no conocer ni tropiezos ni polvo.
Una noche, bajo la cama, el izquierdo habló sin reproche. Dijo que no era justo ser siempre el segundo en todo.
El derecho lo escuchó en silencio.
A la mañana siguiente, caminó un poco más despacio.
Dorys Rueda, Cuentos para sonreír, 2026.
