No venía de ninguna parte.
Por eso entró.

Al principio fue apenas un rastro,
una oxidación leve en el aire,
algo que no debía notarse
y, sin embargo, volvía.

El segundero fue el primero en sentirlo.
Un sabor metálico, irregular,
que iba y venía
con cada vuelta.

Era un aroma
que aumentaba
y dolía.

El minutero lo percibió más tarde.
No de golpe,
sino cuando intentó avanzar.

El aroma ya estaba ahí,
ocupando el espacio exacto
entre un minuto y otro.

Forzó el movimiento.
El sabor volvió.

Entonces, se detuvo.

Los números comenzaron a oxidarse por dentro.
No se borraron.
No cayeron.

Se quedaron
mirando la misma hora.

El reloj sostuvo el aroma.

El reloj cedió.

El aroma ocupó
lo que todavía latía.

 

Dorys Rueda, Cuentos en voz baja, 2026

Visitas

005458429
Today
Yesterday
This Week
Last Week
This Month
Last Month
All days
510
5405
27192
5385505
139183
145074
5458429

Your IP: 17.241.227.110
2025-12-26 01:56

Contáctanos

  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
  • mailelmundodelareflexion@gmail.com
  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

Siguenos en