El ANTES Y EL DESPUÉS

DE LA CHANCLETA A LA DEMANDA

Parte 2: La música

 
 

Ramiro Velasco D.

 

Nuestros primeros bailes se realizaron animados por “orquestas” porque los aparatos para escuchar música eran muy limitados, tecnológicamente hablando. Conocimos los gramófonos, los fonógrafos, vitrolas y radios, luego los tocadiscos. No contábamos todavía con los aparatos de amplificación por lo tanto las orquestas interpretaban la música a lo acústico y, como ya señalé anteriormente, los bailes eran con orquesta, la misma que interpretaba de cuatro a cinco melodías en un “set” musical luego del cual llegaba el descanso de unos 15 minutos aproximadamente. Lo bueno-malo era que no sabíamos que ritmo interpretaría la orquesta y eso, en un comienzo era totalmente malo para los que apenas comenzábamos en el difícil arte del baile. Había que saber bailar cada ritmo, es decir, la cumbia, el chachachá, el merengue, el bolero, el pasodoble, el pasacalle, los saltashpas y eventualmente el tango. Esos bailes no eran como los de ahora que, con un mismo paso o movimiento se baila cualquier ritmo. En nuestra época saber bailar era dominar los movimientos y degustar de ellos. Lo bueno, para nosotros, era que, una vez aprendido el paso adecuado para un determinado ritmo, anhelábamos que la orquesta interpretara un bolero que nos permitía decir al oído de nuestra pareja palabras dulces, palabras de amor que solo eran compartidas por ella. Bailar un bolero era difícil, nuestra destreza era limitada y los pisotones no se hacían esperar con la consecuente vergüenza frente a la compañera de baile además de la  frustración y una desazón ilimitada, especialmente si pretendíamos conquistar el amor de nuestra pareja.

Los ritmos fueron cambiando y es así que aparecieron, entre otros, el merecumbé, el porro, el merengue, el cha cha chá, la salsa, el vallenato, el Twist, el rock and roll y el rock, ritmos con los cuales disfrutamos nuestra juventud porque ya disponíamos de las debidas destrezas. Somos de la generación que experimentó la evolución de la música a nivel mundial con el aporte de grupos que pasaron a ser clásicos y referentes de las nuevas concepciones musicales. Admiramos a Elvys Presley, Louis Armstrong, Ella Fitzgeral, Los Beatles, Los Rolling Stones, Los Panchos, Toña la Negra, Celia Cruz, Leo Marini, La Sonora Matancera, La Fania, Los Graduados y un sinfín de intérpretes de la buena música. Un poco pasaditos y un poco de lejos disfrutamos también de Los Menudo y otros grupos similares.

Las fiestas en las casas se realizaban animadas por pequeños conjuntos de cuatro o cinco músicos que se reunían para cumplir con compromisos adquiridos de antemano. No eran conjuntos musicales formalmente constituidos, pues dependiendo de la importancia de la fiesta el que fungía de director contrataba a los músicos que le hacía falta para solventar el compromiso. Más tarde aparecen las vitrolas a manivela en la que se podía escuchar los primeros discos de carbón con el único inconveniente de que cuando ya se terminaba la cuerda, la música, los cantantes empezaban a volverse soñolientos, es decir al disminuir las revoluciones del aparato, el ritmo y la canción se volvían lentas, lentísimas, entonces no servía para aprender a bailar peor para cantar. La gran novedad fue el aparecimiento de los tocadiscos con los discos de acetato. Eso ya fue otra cosa. Se podía pasar horas y horas escuchando los discos de preferencia y se podía utilizarlos para que las hermanas, las primas, las amigas nos enseñen a bailar sin temor a desgastarnos ni desgastar el acetato. Lo malo era cuando se rayaba el disco o se amochaba la aguja, entonces el remedio era comprar otro disco y llevar a donde el técnico a que cambie la aguja para que pueda deslizarse fácilmente por los surcos sin que distorsione la melodía.

La gran sorpresa, especialmente para mí fue el invento del radio a transistor. La explicación que yo me daba sobre la forma en que llegaba la música, las palabras, es decir los sonidos en general a los receptores era de que viajaban a través de los cables de la energía eléctrica y qué por algún mecanismo, esos sonidos en el receptor se volvían a reproducir por arte de magia. Pero cuando aparecieron los radios a transistor, mi explicación se quedó sin piso y la magia fue un acto de mayor sorpresa. Algún entendido me explicó diciendo que los radios eran a tubos y que los nuevos receptores eran a transistor. Para no pasar de “tan ignorante” asentí diciendo aaaaa ya, comprendido.

Fue todo un acontecimiento la llegada de dos orquestas que animaron, cada una en su respectivo año, las fiestas del Yamor. La una fue la “Salgado Jr.” de la ciudad de Quito la que trajo un equipo de amplificación que fue toda una sorpresa que nos deslumbró a los asistentes. La otra fue La “Blacio Jr.” de Guayaquil que tenía montado todo un espectáculo que nos deslumbró por la presencia de micrófonos para cada músico y cada cantante. A ratos más nos dedicamos a ver y admirar a los músicos que en disfrutar de las melodías para bailar. La presencia de las orquestas en los bailes duró muchos años y el desarrollo de las mismas fue muy acelerado porque cada vez la tecnología relacionada con el sonido fue alcanzando otras dimensiones insospechadas. Todavía se baila, en algunas ocasiones, con orquestas, las mismas que han tenido que adaptarse a las exigencias de las nuevas generaciones. Los sets musicales constituidos por cuatro o cinco melodías y ritmos diferentes y espaciados por pequeños tiempos ya no existen. Hoy los sets musicales que interpretan las orquestas son mix de varios ritmos interpretados en forma seguida sin intervalos de tiempo de tal manera que una vez iniciado el set no se puede cambiar de pareja como era en otros tiempos lo que nos permitía intercambiar criterios con varias damitas en cortos tiempos. La presencia de las discotecas con su estructura arquitectónica, sus luces, sus sonidos de altísimo volumen y la presencia de los disc jockers cambió totalmente el concepto de baile que nosotros teníamos. La preponderancia del ritmo antes que la melodía, a los de nuestra generación, nos afecta terriblemente a los oídos, al cerebro y después de un buen momento en una discoteca nos quedamos sordos y aturdidos sin contar con el mareo que nos produce el juego de luces. Bien por los jóvenes que disfrutan de las nuevas circunstancias. El antes y después se manifiestan claramente en estos ejemplos.

Después de los fonógrafos, los radios, los tocadiscos, los transistor, las grabadoras a casetes, y otros sofisticados aparatos surgió algo que a nuestra generación agradó muchísimo y me refiero a los walkmans, aparatos personales y portátiles que se escuchaba a través de audífonos pequeños, sencillos y prácticos con volumen a medida del gusto personal y de una altísima fidelidad, todo previo al aparecimiento de los celulares con todos los programas en donde se puede escuchar música, ver películas y toda clase de otras novedades. Nuestra generación disfrutó de lo uno y de lo otro.

La evolución de los gustos musicales quizás es el fenómeno más representativo. Fuimos parte de la generación del bolero con sus mensajes de amor y desamor para desembocar en la llegada de las baladas que quizás traían los mismos mensajes que los boleros, pero con ritmo más acelerado. También cantamos la “música nacional” con todos sus ritmos y contenidos, es decir cantamos y lloramos con los pasillos, los albazos, las tonadas, los pasacalles, los yaravíes para ir cambiando poco a poco hacia las bombas, la música chicha y la rockolera. Pero hoy vivimos épocas distintas y hemos sido testigos del aparecimiento de inclinaciones musicales tan diversas hasta llegar a la música sin contenido, hasta el perreo, el reguetón y toda una cantidad de música vacía con la que nos invaden los medios.

Tuvimos la suerte de disfrutar del surgimiento de la música folclórica y la música de denuncia y contenido social. No solamente vivimos la música, sino que también fuimos parte fundamental en   las vivencias que dieron origen a la música protesta. La nueva expresión artística no solamente que la cantamos, sino que la vivimos y la practicamos con la convicción de la ideología y de la búsqueda de un mundo nuevo. Fuimos asiduos asistentes a las peñas y los conciertos donde se interpretaba a los compositores más representativos de esa música que hizo tanto en Latinoamérica por alcanzar las utopías que hasta hoy siguen alimentando nuestras vidas. Fuimos pioneros en disfrutar de la canción de la trova y toda su orientación, su mensaje, sus profundos contenidos y sus signos y sus significaciones. En ese ámbito los cambios hasta este tiempo que es el después no han tenido aportes que pueda considerar valiosos y dignos de resaltar. La música se vació de contenido y me alegro de haber vivido los buenos y añorar los viejos tiempos de este hermoso arte que une al mundo.

 

 

 

Washington Ramiro Velasco Dávila

Licenciado en Ciencias de la Educación, especialidad “Físico Matemático” por la Universidad Central del Ecuador.

Profesor de la Universidad Católica Sede en Ibarra,  de la Universidad Técnica del Norte y  de la Universidad de Otavalo

Miembro de  C.E.C.I. (Centro de Ediciones Culturales de Imbabura,  Director Ejecutivo del Movimiento Cultural “La Hormiga”.

Publicaciones:  Los Avisos y otras Narraciones. (Cuentos), La Pisada (cuentos), · Otavaleñidades. (Ensayos) y El Chaquiñán (Novela)

 

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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