Dejadme por favor vivir mi vida,

amándola,

mordiéndola,

quitándole el veneno,

limpiándola.

Dejadme que me salve o me condene,

dejadme que vomite,

que sangre,

que sonría,

que cante por el fin de tanta guerra,

que llore por la guerra de los fines.

Dejadme que en silencio

escriba en vuestra culpa una sentencia,

que borre la sentencia de la culpa.

Dejadme que me hunda,

que gima,

que flote en lo intermedio,

que sueñe,

que pueda en una esquina

pisar un alacrán inofensivo.

Dejadme cuantas veces

firmar cada recado sin mi nombre,

dejad que me equivoque,

Dejadme cuantas veces

firmar cada recado sin mi nombre,

dejad que me equivoque,

que llame con maldad al bueno malo.

dejadme simplemente

que cuente por decenas,

qué coma con la izquierda,

que te ame sin remedio.

Dejadme por favor vivir mi vida,

que escape,

que reniegue,

que grite por las lluvias que se enlodan,

que ría por el lodo que se enlluvia.

dejad, pero dejad

afuera de la trampa mi cabeza.

                                    

 

 

Violeta Luna

Guayaquil, 1943

 

 

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